La muerte del Papa Francisco da inicio a la llamada sede vacante, un período en el que la Sede de Pedro está sin ocupar. Este tiempo después de la muerte del Pontífice se caracteriza por una serie de símbolos, tradiciones y protocolos que existen desde hace siglos y reflejan la esencia del papado.
La figura principal durante la sede vacante es el camarlengo, cargo que ostenta el Cardenal irlandés Kevin Farrell, quien también es el actual prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y obispo emérito de Dallas, Estados Unidos.
El Papa es quien nombra al camarlengo. Francisco designó al Cardenal Farrell en 2019, en sustitución del francés Jean-Louis Tauran, quien falleció en 2018 a los 75 años.
Las tareas y deberes del camarlengo están reguladas por la constitución apostólica Praedicate Evangelium publicada por el Papa Francisco en 2022, y trata sobre las funciones y la estructura de los oficios de la Curia romana. La otra constitución apostólica, Universi Dominici Gregis, emitida por San Juan Pablo II en 1996, rige la sede vacante y la elección del nuevo pontífice.
El camarlengo dirigía la Cámara Apostólica, una institución que data del siglo XII y que se encargaba de gestionar los bienes de la Iglesia Católica durante la sede vacante. Estaba formada por el camarlengo, el vicecamarlengo, el auditor general y el colegio de prelados clericales de la Cámara.
Sin embargo, la Cámara Apostólica fue suprimida con la Praedicate Evangelium. Según la nueva constitución, el camarlengo está asistido por tres cardenales. Uno es el cardenal coordinador del Consejo para la Economía y los otros dos son “identificados según las modalidades previstas por la legislación sobre la Sede Apostólica vacante y la elección del Romano Pontífice”.