Un mes después de su descubrimiento, el "Rancho Izaguirre" en Teuchitlán, Jalisco, sigue conmocionando a México. Este lugar, encontrado por el colectivo "Guerreros Buscadores de Jalisco" el 5 de marzo, funcionó como campo de entrenamiento y de exterminio del crimen organizado donde se encontraron restos humanos calcinados, cientos de prendas y zapatos dispersos, revelando la brutal realidad de la violencia en el país.
De acuerdo a las autoridades, el sitio ya era conocido por la Guardia Nacional —el órgano policial federal de México— desde el 18 de septiembre de 2024. “En aquel momento fueron detenidas diez personas, las cuales se encuentran sujetas a proceso penal; dos más estaban privadas de su libertad y se encontró además un cadáver cubierto con plástico”, dijo la Fiscalía del Estado de Jalisco, en un comunicado difundido el 12 de marzo.
Pero no fue hasta que el grupo “Guerreros Buscadores de Jalisco” llegó al lugar el 5 de marzo de este año que la opinión pública conoció la magnitud de la crueldad que se cometió en su interior.
El sitio habría sido usado por el Cártel Jalisco Nueva Generación, uno de los grupos criminales más grandes de México, al menos desde 2012, según el testimonio de una persona que habría logrado huir del lugar, cuya historia fue publicada en el diario mexicano La Jornada.
El hallazgo, según la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), “constituye una de las expresiones más crueles de maldad y miseria humana que hemos presenciado en nuestro país”.
“Estos hallazgos ponen en evidencia la omisión irresponsable de autoridades gubernamentales de los tres niveles ante uno de los problemas más críticos que enfrenta el país: la desaparición de personas”, añadía la CEM, que demandó además “romper definitivamente con las alianzas que pudieran existir entre el crimen organizado y algunos ambientes políticos para liberar a México de esta decadencia moral”.