TÍTULO VIII. PROBLEMAS SOCIALES

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano no puede dejar de expresar su honda preocupación ante los problemas sociales de América Latina y la situación angustiosa en que se encuentra todavía -a pesar del cúmulo de bienes que la Providencia ha dispensado al Continente- una no pequeña parte de sus habitantes, y en particular algunas clases de trabajadores del campo y de la ciudad, sin olvidar la llamada clase media, por los salarios insuficientes y la demanda de trabajo.

Frente a tal panorama y al sinnúmero de cuestiones prácticas que se presentan -entre las cuales hay que destacar los problemas de la vivienda rural y obrera juntamente con los creados por el intenso proceso industrial en vías de realización en América Latina- la Conferencia siente el deber de subrayar de la manera más decidida, la urgente necesidad de que todos los católicos colaboren con empeño para buscar, a la luz de la doctrina de la Iglesia, una justa solución; y con tal fin acuerda hacer sobre este punto un llamamiento especial.

(Río, Conclusiones 79)

La Conferencia, ve con satisfacción todo el conjunto de obras que la caridad cristiana ha sugerido en las Naciones de América Latina, para remediar, en parte al menos, tantos sufrimientos y amarguras; y alaba, igualmente, las diversas iniciativas y esfuerzos que, inspirados en los principios de la justicia social, se han hecho para solucionar estos problemas, buscando, sobre todo, establecer la armonía cristiana entre el capital y el trabajo.

Sin embargo, comprobando cuanto dista todavía el problema social en los Países Latinoamericanos de su solución cristiana, a pesar de tan laudables esfuerzos, proclama la urgencia de orientar e intensificar la labor social, encauzando las iniciativas hacia la raíz misma de los males que han de remediarse, y dando a la Acción social católica el espíritu y las formas de coordinación comunitaria que exige la gravedad de la situación.

(Río, Conclusiones 80)

La Conferencia quiere subrayar la importancia fundamental que tienen, para América Latina, las iniciativas dirigidas a la formación de cuantos deseen trabajar en el campo social, junto con las de índole directamente asistencial.

(Río, Conclusiones 81)

Confía asimismo que los seglares católicos dedicados a la acción social, además de desarrollar su actividad en obras específicamente católicas, se hagan merecedores de que su colaboración sea deseada y requerida también en otras instituciones tanto privadas como públicas, por la seguridad de su doctrina, el espíritu desinteresado de su acción y la perfección de sus conocimientos y del trabajo que realizan.

(Río, Conclusiones 82)

Mientras pone el acento sobre la necesidad de desarrollar una siempre más amplia e intensa actividad social y benéfica en favor de las clases más necesitadas, la Conferencia no quiere cejar en el deber que le incumbe de llamar enérgicamente la atención de todos los católicos, sobre las insidias y peligros de las doctrinas marxistas y de la propaganda del comunismo, y sobre la necesidad de precaverse y defenderse contra ellas principalmente allí donde estén más desarrolladas.

(Río, Conclusiones 83)

Por último, la Conferencia acuerda expresar su particular interés por el problema de la elevación espiritual y social de la población indígena de América Latina.

(Río, Conclusiones 84)

TÍTULO IX

MISIONES, INDIOS Y GENTE DE COLOR

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, después de haber sometido a detenido estudio el estado de las Misiones y las circunstancias en que la labor misional viene realizándose en el Continente Latinoamericano:

Alaba el celo apostólico con que los misioneros de América Latina -siguiendo el nobilísimo ejemplo de sus predecesores- dedican sus actividades, sus energías, y aún su propia vida, a la santa empresa de incorporar a la Iglesia Católica a todos los habitantes de las zonas que aún constituyen territorios de misión; y abriga la absoluta confianza de que continuarán, cada día con mayor entusiasmo, tan apostólica tarea.

(Río, Conclusiones 85)

Sugiere:

a) que, con motivo de las Conferencias Episcopales o en otras circunstancias oportunas, procuren los Prelados de los territorios de Misión en cada País, tener también reuniones con el fin de estudiar sus problemas comunes;

b) que se haga lo posible para que en cada circunscripción misional se tenga al menos un Seminario Menor; y donde esto no fuere factible, se cree un Seminario Intermisional para la formación del Clero nativo;

c) que -dada la escasez de misioneros, sobre todo en las regiones de un elevado porcentaje de población indígena- se favorezca la institución de catequistas o «doctrineros», que instruyan a los indios, dirijan sus rezos preparen para el bautismo de urgencia, asistan a los moribundos, etc.;

d) que se procure que todas las escuelas de los territorios de Misión estén atendidas, si es posible, por personal religioso y siempre bajo el prudente control y vigilancia de la autoridad eclesiástica;

e) que se funden escuelas normales rurales, de artes y oficios, agrícolas y de labores domésticas para los nativos;

f) que se fomenten en los territorios misionales las obras de asistencia social- hospitales, asilos, sanatorios, dispensarios- y se busque a este fin, donde sea posible, también la ayuda de la autoridad civil;

g) que se incremente el número de equipos sanitarios de médicos y enfermeras, integrados también, a ser posible, por religiosos y religiosas.

(Río, Conclusiones 86)

Hace votos a fin de que el mayor número posible de órdenes, Congregaciones e Institutos Seculares, de ambos sexos, así como de Institutos de asistencia social e Instituciones de seglares católicos preocupados por el problema misional, envíen a los territorios de Misión personal capacitado y especializado, en número y calidad cada día mayor.

(Río, Conclusiones 87)

Encarece a todos los Excmos. Prelados Diocesanos que, en sus respectivas jurisdicciones, fomenten generosamente la Unión Misional del Clero y las demás Obras Pontificias misionales.

(Río, Conclusiones 88)

La Conferencia recordando la acción especialísimamente benemérita de la Iglesia y de sus Misiones en la defensa y en la elevación espiritual, moral y social de la población indígena de América Latina:

a) se permite recomendar encarecidamente a los Prelados de los territorios de Misión que continúen vigorosamente en esta labor tan profundamente humana y cristiana, y ruega asimismo a todos los Excmos. Ordinarios, que se preocupen, interesando a su vez también a las autoridades civiles, para que los indígenas sean, siempre y en todas partes, amparados y protegidos en sus personas y bienes;

b) expresa respetuosamente su deseo de que muy pronto se establezca en América Latina una Institución de carácter etnológico e indigenista, que desarrollando una labor seria y bien organizada, contrarreste los peligros que dimanan de análogas instituciones de inspiración no católica;

c) exhorta a todos los católicos, y de manera muy especial a los Profesores de Colegios e Institutos, que sigan esforzándose en eliminar todo uso y costumbre que pueda aparecer como discriminación racial.

(Río, Conclusiones 89)

TÍTULO X

INMIGRACIÓN Y GENTE DE MAR Capítulo I
Inmigración

«La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, ante los problemas espirituales, sociales y materiales que suscita la inmigración en los Países latinoamericanos, desea destacar de modo particular, por su especial urgencia e interés, las siguientes conclusiones:

Corresponde a los Países latino -americanos, como un deber de caridad cristiana, de justicia social y de solidaridad humana, abrir sus puertas a la inmigración.

Los católicos de América Latina deben considerar la inmigración como un problema de familia, ya que la mayoría de los inmigrantes son también católicos, procedentes de Países superpoblados; deben por lo tanto procurar, donde sea necesario, crear un ambiente favorable a la inmigración, tanto entre el pueblo como entre los gobernantes.

(Río, Conclusiones 90)

Ha de ponerse especial cuidado en organizar urgentemente en todos los Países latino -americanos, la Obra de la asistencia espiritual a los inmigrantes, según las normas de la Constitución Apostólica Exsul Familia y las disposiciones concretas que, en cada caso, dé la S. C. Consistorial. En particular:

a) constitúyase donde aún no exista, el «peculiaris coetus seu Commissio Episcopalis pro spirituali emigrantium assistentia»;

b) desígnense, en cada Nación, sacerdotes especialmente competentes y celosos, que serán presentados a la S. C. Consistorial para su nombramiento de «director operum de emigratione», y dada la importancia del problema, de cuya recta solución depende el bien de tantas almas, se les dé a dichos sacerdotes toda clase de facilidades que les sean necesarias para el fiel cumplimiento de su cargo;

c) para la asistencia espiritual de los emigrantes, recúrrase a la S. C. Consistorial con el fin de obtener el indulto Apostólico necesario para erigir, donde sea posible, la «paroecia pro diversitate sermonis seu nationis»; o por lo menos, la «missio cum cura animarum» según las normas de la citada Constitución Apostólica;

d) celébrese el «Día del emigrante».

(Río, Conclusiones 91)

Se debe intensificar la asistencia social al inmigrante, por medio de Secretariados de colocación, servicio social, asistencia jurídica y médica, orientación profesional y de acomodación al ambiente, etc.; esta labor podrá facilitarse extendiendo al plan nacional los organismos locales ya existentes.

(Río, Conclusiones 92)

Capítulo II
Gente de mar

La Conferencia:

Hace votos para que se establezca en todos los Países del litoral la Obra del Apostolado del Mar, bajo la advocación de la Virgen María, «Stella maris».

(Río, Conclusiones 93)

Espera por lo tanto que en esos Países, según las directrices de la Santa Sede, se instituya, en cuanto sea posible y en el caso de que no exista todavía, una Comisión Episcopal del Apostolatus maris.

(Río, Conclusiones 94)

Sugiere que esta Comisión designe un sacerdote que será presentado a la S. C. Consistorial para su nombramiento de Director de los Capellanes del Apostolatus maris y, al mismo tiempo, para que sea adscrito al Secretariado General Internacional de la Obra.

(Río, Conclusiones 95)

Aconseja que se designe un número conveniente de sacerdotes que puedan ser nombrados Capellanes del Apostolatus maris, y que se procure fundar y fomentar en los puertos de mayor tráfico, «clubs» para marineros, que les aseguren una eficaz asistencia religiosa, moral y social.

(Río, Conclusiones 96)

TÍTULO XI

CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO


Además de las conclusiones hasta aquí enumeradas, la Conferencia formuló el siguiente voto referente a la creación de un Consejo Episcopal Latinoamericano:

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano por unanimidad ha aprobado pedir, y atentamente pide a la Santa Sede Apostólica, la creación de un Consejo Episcopal Latinoamericano sobre las siguientes bases:

1) El Consejo Episcopal Latinoamericano estará compuesto por los Representantes de las Conferencias Episcopales Nacionales de la América Latina, en proporción de un Representante por cada Conferencia Episcopal, designado por la misma.

2) Serán funciones del Consejo:

a) estudiar los asuntos que interesan a la Iglesia en la América Latina;

b) coordinar las actividades;

c) promover y ayudar Obras Católicas;

d) preparar nuevas Conferencias del Episcopado Latinoamericano, cuando fueren convocadas por la Santa Sede.

3) Las reuniones del Consejo serán cada año.

4) El lugar de las reuniones será normalmente la ciudad donde tenga su sede el Secretariado General; pero el Consejo podrá fijar ocasionalmente otro lugar.

5) La Presidencia del Consejo estará integrada por un Presidente y dos Vicepresidentes, elegidos por el propio Consejo, y durará en su cargo dos años.

6) Dependerá del Consejo Episcopal, y más directamente de su Presidencia, un Secretariado General, que tendrá además los siguientes Subsecretariados:

I. Preservación y propagación de la Fe Católica, con cuatro secciones:

a) Defensa de la Fe,

b) Predicación, Catecismo, Enseñanza religiosa,

c) Misiones e Indios,

d) Prensa, radio, cine y televisión.

II. Clero e Institutos Religiosos. Vocaciones.

III. Educación y Juventud.

IV. Apostolado de los laicos.

V. Acción Social.

7) El Secretariado General se ocupará también de las relaciones con la Jerarquía y los organismos católicos de Estados Unidos, Canadá, España y Portugal.

8) El Secretariado General residirá en la ciudad que designe la Santa Sede Apostólica.

9) Los Subsecretariados residirán, en línea general, en la misma sede del Secretariado General; sin embargo, a juicio del Consejo, podrán tener su sede en otras ciudades.

10) Financiamiento: se hará conforme a una contribución proporcional de cada Nación Latinoamericana, según normas que serán estudiadas y fijadas oportunamente.

(Río, Conclusiones 97)

 

APÉNDICE

A LAS CONCLUSIONES DE LA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Recomendaciones

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano recomienda se dé todo el debido y práctico apoyo a las Organizaciones Internacionales Católicas, llamadas a desarrollar en la vida social moderna una actividad de suma importancia para la Iglesia Católica.

(Río, Conclusiones 98)

La Conferencia recomienda al futuro Secretariado General del Consejo Episcopal Latinoamericano el estudio de las peticiones presentadas por la Confederación Interamericana de Educación Católica.

(Río, Conclusiones 99)