TÍTULO V. ORGANIZACIÓN DE LA CURA DE ALMAS

La Conferencia General del Episcopado Latino -Americano, consciente de la importancia fundamental que tiene una ordenada y efectiva organización de la cura de almas para la vida católica del pueblo y, por lo tanto, para la conservación del carácter católico de los Países Latinoamericanos:

Estima oportuno recordar como idea básica en esta materia, que la forma tradicional de la cura de almas sigue siendo insustituible y que, por consiguiente, debe mantenerse y vigorizarse, adaptándola a las exigencias del momento presente, sin dejar de recurrir a los medios nuevos probados como eficaces en la labor de evangelización y a las formas extraordinarias de apostolado que parezcan aconsejables.

(Río, Conclusiones 53)

Considera que es imprescindible la elaboración en cada Diócesis, por parte de los Obispos, de un ordenado programa de apostolado, tomando siempre como base el plan lleno de sabiduría y experiencia contenido en el Código de Derecho Canónico, y teniendo también en cuenta la ayuda eficaz que pueden prestar los religiosos y religiosas.

(Río, Conclusiones 54)

Desea vivamente recordar y subrayar la importancia preeminente que compete a la Parroquia, célula básica del Cuerpo Místico de Cristo, como centro propulsor y coordinador de apostolado para el pleno y armónico desarrollo de toda acción apostólica.

(Río, Conclusiones 55)

Expresa su vivísimo anhelo de que los párrocos, que participan de la potestad del Obispo de santificar, enseñar y gobernar, procuren:

1) Santificar, buscando el progreso espiritual de sus fieles:

a) con la administración asidua de los Sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía;

b) promoviendo la asistencia frecuente y aun diaria a la Santa Misa, con el empleo de medios aptos para favorecer la consciente participación de los fieles al Santo Sacrificio;

c) con un reflorecimiento de la devoción a María Santísima, Madre y Reina del Continente Americano;

d) con la intensificación de la vida litúrgica y de las genuinas formas de piedad y devoción cristianas, cuidando celosamente de retraer a los fieles de cualquier práctica o manifestación supersticiosa.

2) Enseñar, procurando dirigir todo su cuidado a instruir al pueblo en las verdades de la fe y en los preceptos de la moral, para que el mensaje de Cristo sea ampliamente conocido por todos y no puedan los enemigos de la Iglesia sembrar la duda y la indiferencia en las almas de los fieles, o aun llevarles hasta la apostasía; por consiguiente, pondrán los párrocos particular empeño en iluminar las inteligencias por medio de:

a) la predicación metódica, clara y adecuada de la palabra de Dios, sobre todo en la homilía de la Santa Misa, y mediante cursos, misiones, novenarios, meses marianos y del Sagrado Corazón, etc., sabiendo que si se quiere resolver el gravísimo problema de la ignorancia religiosa, la predicación ha de ser por excelencia didáctica, con una tendencia firme y decidida a dar al pueblo un cuerpo claro de doctrina católica y un conocimiento de la moral, de tal forma que los fieles sepan bien lo que deben creer y lo que deben practicar;

b) la catequesis;

c) la organización de Círculos de estudios, Conferencias, etc., y también, la utilización de los medios modernos de propaganda que sean asequibles -como la radio, la prensa, etc.- con el fin sobre todo de dar un conocimiento más completo y profundo de puntos particulares de doctrina y de moral, como son los que se refieren a la cuestión social y a otros problemas de actualidad.

3) Gobernar a sus fieles:

a) haciendo cumplir, con la firmeza y prudencia necesarias, las disposiciones de la Iglesia;

b) organizando y orientando hacia objetivos concretos las Asociaciones parroquiales;

c) preparando y formando apóstoles seglares abnegados, decididos y entusiastas, capaces de realizar con éxito las actividades, en bien de las almas, que corresponden a los laicos, y de oponerse con eficacia a las fuerzas del mal;

d) preocupándose con particular ahínco en fomentar, descubrir y cultivar las vocaciones al estado sacerdotal y religioso.

(Río, Conclusiones 56)

Por lo que se refiere en particular al importantísimo tema de la instrucción catequística, se permite llamar la atención de los Excmos. Ordinarios:

1) Sobre la necesidad de que, en esta materia, se cumpla fielmente la sabia y fecunda legislación canónica en particular con respecto a:

a) la creación de la Oficina Catequística Diocesana, que según las disposiciones de la Santa Sede debe ser organizada en cada Diócesis;

b) la erección en cada parroquia de la Cofradía de la Doctrina Cristiana.

2) Sobre la oportunidad de recurrir a todos los medios aptos aconsejados por la experiencia, para mejor organizar y hacer efectiva la labor catequística en las Diócesis y Parroquias sugiriendo en particular:

a) la edición y distribución de catecismos, a poder ser de texto único y que tenga en cuenta las exigencias del método cíclico -intuitivo, conforme a las aportaciones de la moderna pedagogía catequística;

b) la organización, con carácter diocesano si es posible o al menos nacional, de Almacenes Catequísticos que se encarguen de suministrar a las parroquias todo el material adecuado para la enseñanza y propaganda del Catecismo;

c) la institución del «Día Catequístico» o fiesta de la Doctrina Cristiana, que debe celebrarse con la máxima solemnidad y esplendor, para enseñar al pueblo -padres de familia, educadores, etc.- sus obligaciones en esta materia, para lograr ayuda a las obras de catequesis, para hacer propaganda del material catequístico, etc.

d) la constitución de Escuelas Catequísticas donde ponga especialísimo interés en la formación de los que, sólidamente preparados y conscientes de su importantísima misión han de enseñar luego el Catecismo al pueblo; y donde esto no sea posible, la organización de cursos para preparar catequistas que, además de los sacerdotes y religiosos, puedan ayudar al párroco en la enseñanza del Catecismo;

e) la fundación en todos los Seminarios Mayores, según las disposiciones del Código de Derecho Canónico, de cátedras de Pedagogía Catequística, dándoles la importancia relevante que tienen, y procurando que los estudios sean verdaderamente fructuosos.

3) Sobre la obligación de cuidar que en las escuelas y colegios católicos se dé la debida importancia a las clases de religión, y de aprovechar también todas las posibilidades para organizar la enseñanza religiosa aún en las escuelas y colegios que no dependan de la Autoridad Eclesiástica.

(Río, Conclusiones 57)

Aconseja como una ayuda muy útil en la organización de la cura de almas, tanto en el campo diocesano como en el parroquial, la elaboración de oportunas estadísticas religiosas, para lo cual será muy ventajosa la exacta compilación de los libros parroquiales y en particular del De statu animarum.

(Río, Conclusiones 58)

Sugiere a los Excmos. Ordinarios la conveniencia de estudiar si en sus respectivos territorios es aconsejable y posible mejorar la actual organización económica, con el fin de disminuir prudentemente desproporciones entre el Clero y también de obtener mayores posibilidades para el apostolado sacerdotal, salvas siempre las disposiciones canónicas, y recurriendo a la Santa Sede en caso de necesidad.

(Río, Conclusiones 59)

Teniendo en cuenta la situación y las exigencias de los fieles que viven esparcidos en las parroquias rurales, y que representan un porcentaje muy alto de los católicos de América Latina, estima su deber subrayar la necesidad de afanarse por un adecuado desarrollo y mejoramiento de la cura de almas en este aspecto peculiar y sugiere, por tanto:

a) suministrar a los sacerdotes desde el período del Seminario una profunda preparación sobre los problemas de la vida rural;

b) dar impulso a aquellas formas específicas de apostolado parroquial que mejor permitan llegar hasta los fieles esparcidos en los campos, lejos del centro de la parroquia, como por ejemplo: centros parroquiales agrupados en capillas rurales, secciones separadas de catecismo, tanto para niños como para adultos, dando lecciones durante la semana, y sirviéndose también de la ayuda de la radio, frecuentes misiones rurales, Acción Católica y social -católica rurales con la formación de dirigentes especializados;

c) preocuparse no sólo de la cura espiritual y moral de los campesinos, sino también de colaborar del mejor modo posible para la elevación de sus condiciones de vida y trabajo, empleando los medios que en concreto parezcan posibles y oportunos, entre los cuales se recuerdan, por ejemplo, todas las iniciativas aptas para la formación profesional (escuelas y cursos profesionales, cátedras ambulantes, semanas rurales, casas del campesino, etc.).

(Río, Conclusiones 60)

TÍTULO VI

MEDIOS ESPECIALES DE PROPAGANDA

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, ante la creciente importancia, que adquieren en la sociedad actual la prensa, la radio y otros medios modernos de propaganda:

Hace votos para que:

a) el Episcopado de cada País organice, al menos, un diario católico nacional, al cual los Excmos. Prelados prestarán ayuda eficaz;

b) se hagan cada vez más atractivos los diarios y demás publicaciones católicas, conforme a la técnica moderna, con buena, información de noticias de actualidad y de interés, sin perder nunca de vista el criterio esencialmente católico y los fines de apostolado que deben distinguir dichas publicaciones para que puedan llamarse verdaderamente católicas.

(Río, Conclusiones 61)

Exhorta a que:

a) se procure en cada Diócesis, que un grupo de sacerdotes trabaje con especial dedicación en la prensa católica, promoviéndola y prestándole también su colaboración directa;

b) se sigan promoviendo las Escuelas de Periodismo tanto para sacerdotes como para laicos;

c) no dejen de aprovecharse en cada localidad, las buenas disposiciones de otros diarios para que respondan siempre mejor al carácter genuinamente católico de los Países Latinoamericanos, y para divulgar todo cuanto ayude a formar el justo y sano criterio de los lectores.

(Río, Conclusiones 62)

Aconseja:

a) que se haga intensa y eficaz propaganda de la buena prensa, y que con tal fin, entre otras iniciativas, se celebre anualmente en cada Diócesis la «Jornada de la Prensa Católica», procurando conseguir nuevas suscripciones a periódicos y revistas católicas, organizando colectas y haciendo conocer la eficacia y amplitud del apostolado de la prensa católica;

b) que en las bibliotecas diocesanas, en las de los Seminarios y Colegios y aun, a ser posible, en las parroquiales, no falten las revistas católicas más formativas y adecuadas.

(Río, Conclusiones 63)

Para mayor eficacia del apostolado de la Prensa en Latinoamérica, sugiere con especial interés:

a) que se cree una Confederación Interamericana de diarios católicos que redacte, al menos semanalmente, boletines de noticias de actualidad, enviándolos a todas las publicaciones asociadas y dando además facilidades para la reproducción de artículos, canje de diarios y otras modalidades de ayuda mutua;

b) que en cada Nación se establezca una Central difusora o Secretariado de Prensa, que esté en contacto con las correspondientes organizaciones de otros Países, para lograr una mayor difusión de las publicaciones según las respectivas necesidades;

c) que se dé particular apoyo e impulso a las revistas católicas existentes y ya acreditadas en América Latina.

(Río, Conclusiones 64)

Considerando la ayuda notable que, en situaciones como las de los Países Latinoamericanos tan vastos y escasos de Clero puede representar el empleo de la radio para fines religiosos y educativos, como la experiencia ya viene demostrando, expresa su convicción de que es necesario:

a) dar impulso a las formas prácticas de empleo de tal medio según las exigencias y posibilidades de los diversos lugares, estimulando la instalación de emisoras que estén dotadas de personal cultural y técnicamente bien preparado para su dirección y funcionamiento;

b) dar al respecto una preparación adecuada en los Seminarios;

c) dar normas concretas y oportunas, aun en el plano diocesano, sobre la organización y el empleo del apostolado radiofónico.

(Río, Conclusiones 65)

Aconseja encarecidamente asimismo, que se desarrolle una labor inteligente y celosa con los dirigentes y colaboradores de las radios estatales y comerciales para mejorar sus programas, de modo que se evite en ellos cuanto pueda ofender a la verdad y a la moral cristiana, y que se favorezca, lo más posible cuanto pueda contribuir a una sana formación de los oyentes.

(Río, Conclusiones 66)

Recogiendo el vivísimo anhelo de los Obispos, sacerdotes y fieles de América Latina, la Conferencia expresa el más ferviente deseo de que la voz augusta del Santo Padre pueda ser perfectamente oída en todo el Continente americano, por lo cual hace un apremiante llamamiento al fin de que todos cooperen entusiásticamente para conseguir una mayor potencia de la Radio Vaticana.

(Río, Conclusiones 67)

La Conferencia, por último, no quiere dejar de recomendar fervorosamente el estudio y la fiel observancia de las luminosas enseñanzas pontificias relativas al cine, la radio y la televisión.

(Río, Conclusiones 68)

TÍTULO VII

PROTESTANTISMO Y MOVIMIENTOS ANTICATÓLICOS: PRESERVACIÓN Y DEFENSA DE LA FE


La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, frente al grave problema que plantean el protestantismo y los varios movimientos acatólicos que se han introducido en las Naciones Latinoamericanas, amenazando su tradicional cultura católica:

Recomienda vivamente que se hagan efectivas todas las disposiciones del Código de Derecho Canónico ordenadas a la preservación y defensa de la fe, cuidando también del cumplimiento de las que se refieren a la previa censura y prohibición de libros, revistas y demás publicaciones peligrosas.

(Río, Conclusiones 69)

Encarece de manera especial:

a) que se hagan cruzadas de oraciones, pidiendo por la preservación y progreso de la fe católica en América Latina, y por la conversión de los enemigos de la Iglesia;

b) que se aproveche, como arma preciosísima en defensa de la fe, la piedad arraigada, intensa y filial del pueblo latinoamericano a la Virgen Santísima, venerada bajo las diversas advocaciones propias de cada región.

(Río, Conclusiones 70)

Llama la atención sobre la necesidad de formar convenientemente las conciencias de los católicos en el deber de mantenerse fieles a la Iglesia y de defender su fe y la de sus hijos, preocupándose seriamente de que reciban una educación católica y evitando cuidadosamente el exponerles al peligro de la apostasía, sobre todo enviándolos a instituciones católicas.

(Río, Conclusiones 71)

Recomienda encarecidamente la intensificación del movimiento bíblico, de tal forma que los fieles se habitúen a la lectura frecuente y aun diaria de las Sagradas Escrituras, y sobre todo de los santos Evangelios, mediante:

a) ediciones populares de los Libros Sagrados debidamente anotadas, procurando orientar a los fieles sobre el modo de servirse de ellos para su edificación espiritual, y poniendo de relieve los textos más importantes y fundamentales, como los relativos al Primado de Pedro, a la infalibilidad del Magisterio Eclesiástico, al valor de la Tradición, etc.;

b) cursos bíblicos, dados también por radio y correspondencia;

c) semanas bíblicas populares;

d) la celebración del «Día Nacional de la Biblia», en el domingo más próximo a la fiesta de San Jerónimo.

(Río, Conclusiones 72)

Encarece con particular interés que:

a) en los Seminarios Mayores y en los Institutos Teológicos de los religiosos, se establezcan cursos especiales sobre las herejías actualmente diseminadas en las respectivas regiones;

b) se instruya también debidamente a los catequistas laicos, formándoles en un profundo sentimiento de defensa y propagación de la fe católica entre sus hermanos.

(Río, Conclusiones 73)

Aconseja que se fomente, valiéndose principalmente de los seglares católicos adscritos a organizaciones apostólicas, una prudente y caritativa aproximación con los hermanos que se hayan apartado de la Iglesia:

a) mediante el trato social y la amistad;

b) procurando que asistan a Conferencias y cursos especiales para acatólicos.

(Río, Conclusiones 74)

Por lo que se refiere en particular al espiritismo y a la superstición, sugiere que:

1) Se incluya en los catecismos un capítulo especial sobre el espiritismo, y el mandamiento divino que prohibe las supersticiones, la magia y la invocación de los muertos y de los espíritus;

2) En las parroquias particularmente infestadas por el espiritismo:

a) los sacerdotes hablen de él a los fieles, con caridad pero claramente, explicando la imposibilidad de continuar siendo católicos adhiriéndose al espiritismo; insístase también en el grave deber que todos tienen de no contribuir, ni material ni moralmente, a la creación o sostenimiento de las llamadas obras de caridad del espiritismo;

b) los catequistas, los militantes de Acción Católica, de las Congregaciones Marianas y de las otras asociaciones de apostolado, reciban un curso especial sobre el espiritismo y las principales objeciones y acusaciones que los espiritistas acostumbran proponer contra la Iglesia y la doctrina cristiana, a fin de que sean ellos los más exactos en el cumplimiento de las disposiciones de la Iglesia en esta materia, y los más activos en difundir entre los demás fieles la verdadera doctrina para preservarles de lamentables caídas.

(Río, Conclusiones 75)

Recomienda, con respecto a la masonería:

a) que se forme sobre su carácter anticatólico la conciencia de los fieles con oportunas y documentadas instrucciones, y se les den a conocer las censuras que están en vigor contra ésta y otras sectas secretas;

b) que se favorezca la difusión en los Países latinoamericanos de aquellas instituciones que puedan ayudar en la defensa contra las sectas secretas.

(Río, Conclusiones 76)

Exhorta a los católicos a que nieguen su adhesión a las instituciones que, difundiendo una ideología y una moral puramente naturales, prescinden del espíritu cristiano y de los principios sobrenaturales en la educación y en la vida de los individuos y de las Naciones.

(Río, Conclusiones 77)

Lamenta la propaganda que incluso algunas personas autorizadas hacen, con el pretexto del folklore, de ciertas prácticas supersticiosas, que son verdaderos actos de falso culto importados de regiones paganas.

(Río, Conclusiones 78)