The
red violin/Le violin rouge
Director: François Girard.Guión:
Don McKellar y François Girard.
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Greta Scacchi, Jason Flemyng,
Colm
Feore, Carlo Cecchi, Irene Grazioli, Christoph Koncz Jean-Luc Bideau.
Es una obra con entidad dramática y visual, bien interpretada,
y que afronta de un modo sugestivo esa especie de inmortalidad que es
la permanencia en la memoria de los seres queridos.
En una subasta de instrumentos musicales de la República Popular
China, se anuncia la salida del Violín Rojo, una pieza única,
fabricada en el siglo XVIII por el luthier italiano Nicolo Bussotti. Qué
tiene de especial ese violín y cómo llegó a China
son las preguntas que responde el canadiense François Girard (Sinfonía
en soledad. Un retrato de Glenn Gould) que,
a través del peritaje del violín por un tasador (Samuel
L. Jackson), convierte la historia en una investigación casi policiaca.
El Violín Rojo está concebido como un viaje a través
del tiempo, con cuadros de los siglos XVIII, XIX y XX, que recorren culturas
y lugares tan diversos como la corte imperial austriaca o la revolución
cultural china. Las vidas del niño prodigio Kaspar Weiss, del músico
libertino Pope y de la profesora china Xiang Pei son los tres episodios
principales. Están unidos por dos series de flash- back: la trágica
construcción del violín por Nicolo Bussotti, para su primer
hijo, y su peritaje y subasta.
A las características de film de época con un diseño
de producción esmerado y una banda sonora de lujo, a cargo de John
Corigliano añade las de película de intriga, en que la
información se distribuye con parsimonia y cada detalle cuenta.
Larga y compleja, sus diversos
elementos son desiguales: la historia de Kaspar Weiss es una pequeña
obra maestra, modelo de equilibrio y de resolución en punta; mientras
que la de Pope es todo lo contrario, a pesar de que su fuerte contenido
erótico ha sido rebajado en un nuevo montaje. Por otra parte, las
transiciones abusan un poco de la repetición de los mismos elementos.
Y en el desenlace, Girard hace que pujen personajes relacionados con la
historia del violín, que quedan reducidos a tenues sombras, casi
caricaturescas.

