Cada 28 de abril la Iglesia celebra a San Pedro Chanel (1803-1841), sacerdote marista francés, primer mártir de Oceanía -continente al que llegó como misionero y donde terminó entregando la vida-. Es también el primer mártir de su orden religiosa, la Sociedad de Maria (maristas).
Fruto del seminario menor
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Pierre-Louis-Marie Chanel (Pedro Luis María Chanel) nació en La Potière (Francia) en 1803, en el seno de una familia humilde dedicada a las labores agrícolas y al pastoreo. Fue el quinto de ocho hermanos.
Dadas las limitaciones económicas de su familia, Pedro, con solo seis o siete años, empezó a cuidar del rebaño. Sucede con demasiada frecuencia que cuando un niño está forzado por las circunstancias a trabajar, su educación pasa a un segundo plano. Ese terminó siendo el caso de Pedro, hasta que, providencialmente, por su vivacidad e inteligencia llama la atención de un sacerdote, el P. Trompier. El buen sacerdote apuesta por él y lo patrocina para que se dedique a estudiar.
El santo ingresaría entonces al seminario menor (centro educativo destinado a formar posibles candidatos al sacerdocio desde temprana edad, mientras cursan estudios regulares) y luego, dado su éxito académico, al seminario mayor, donde madura su vocación de servicio y se descubre llamado al sacerdocio.
Presbítero marista
Pedro recibe el orden sacerdotal a los 24 años y es enviado a la parroquia de Crozet, donde realiza una labor digna de elogio: participa activamente en la reconstrucción de la iglesia local y anima, con su testimonio de amor, a que la gente se acerque a Dios.
En 1831 el santo conoce al P. Jean-Claude Colin, quien por ese entonces estaba empeñado en la formación de una nueva congregación, consagrada a la educación y a las misiones: la Sociedad de María (cuyos miembros serán conocidos como “maristas”).
Pedro quedó entusiasmado con el proyecto y se une al grupo fundacional ese mismo año. Posteriormente, en 1833, viajaría a Roma con el P. Colin en busca de la aprobación pontificia para la Orden. Esta llega finalmente en 1836, gracias a la venia del Papa Gregorio XVI, quien pide de inmediato a la congregación que envíe misioneros a la Polinesia.
En las antípodas
Hacia 1838, Chanel arriba a la isla de Futuna en Oceanía, territorio francés de ultramar. Allí se encontró con una población dividida en bandos tribales, con costumbres completamente diferentes a las occidentales, algunas de ellas abiertamente inmorales -por ejemplo, no había pasado mucho tiempo desde que los colonos franceses habían prohibido el canibalismo-.
En esas circunstancias, San Pedro Chanel comenzó a tener éxito en su misión pastoral, algo que queda reflejado en el aumento vertiginoso del número de conversos entre los nativos. El sacerdote no perdía el tiempo ni andaba con rodeos: aprendió la lengua local, proporcionó instrucción básica a niños y jóvenes, y se las arregló junto con Marie-Nizier Delorme, otro misionero marista, para cuidar y atender a los enfermos locales. Parecía que ninguna escasez de recursos podía detenerlos.
Signo de contradicción
Lamentablemente, llegados a este punto, se produciría un quiebre en la relación con las cabezas de la comunidad originaria de la isla. La mayoría de la población estaba muy contenta con los hermanos cristianos, pero Niuliki, rey de Alo y jefe principal de la isla de Futuna, empezó a verlos con otros ojos. El cristianismo estaba transformando el alma de la gente y el rey empezó a temer por sus prerrogativas como líder religioso y jefe político. Alo era uno de los dos reinos establecidos en el archipiélago de Horne (“archipiélago del Horno”).
Cuando Meitala, hijo Niuliki, pidió ser bautizado, el rey no lo soportó y envió a su yerno, el guerrero Musumusu, a “resolver el problema” a cualquier costo.
Musumusu astutamente se enfrentó primero a su cuñado, Meitala, tras lo cual acudió a casa de San Pedro Chanel en busca de atención médica. Sus lesiones no eran de gravedad, pero fueron el pretexto para llevar a cabo la treta.
Mientras Musumusu era atendido, sus partidarios ingresaron a la residencia de los misioneros, la saquearon y armaron una gresca que terminó en el asesinato de Chanel. Musumusu le asestó con su hacha un golpe mortal en la cabeza. El misionero muere el 28 de abril de 1841 a los 37 años.
“Retorno a casa”
Después de varios años, los restos del mártir regresaron a Francia, el 1 de junio de 1850, para ser ubicados en la sede de la Casa Madre de los maristas de Lyon.
San Pedro Chanel fue declarado mártir y beato el 17 de noviembre de 1889. Décadas después, sería canonizado y proclamado patrono de Oceanía por el Papa Pío XII, el 12 de junio de 1954.