Los enfermos de SIDA son Cristo que sufre

Por Mons. Javier Lozano Barragán

Fragmento de la Instrucción pastoral de Mons. Javier Lozano Barragán, entonces Obispo de Zacatecas, emitida el 8 de diciembre de 1991. Ahora, Mons. Lozano es Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios.

Debemos tener la máxima preocupación con los enfermos de SIDA. Son Cristo sufriente. Por la fe, pueden unir sus dolores a los de Cristo y participar así del valor salvífico de la pasión del Señor (Cfr. Col. 1,4). Son personas humanas a las que se les debe todo respeto por su dignidad inviolable, y más cuando se encuentran en un estado en el que exigen toda nuestra atención. Tenemos que hacer la opción preferencial por los pobres, y de estos enfermos podemos decir que son los más pobres de entre los pobres, pues sus carencias no son sólo en el aspecto económico, sino en la misma vida. 

La parábola del Buen Samaritano nos da la pauta de conducta con estos prójimos que son los que más sufren (Cfr. Lc 10, 30 yss); también nuestro Señor nos dice que el juicio final nos juzgará por el cuidado que hayamos tenido con los más pequeños y necesitados, que en esta situación son estos enfermos (Cfr. Mt 25,3146); no podemos pasar de largo frente a su postración; nuestra compasión, por otra parte, no debe quedarse sólo en este nivel, sino debe buscar la manera de ayudarlos eficazmente.

Los médicos y enfermeras y otros profesionales similares, tienen mucho de "buen samaritano"; el apoyo que les demos compartirá este noble oficio. Los sacerdotes debemos tener conciencia de que estos enfermos necesitan una palabra de auténtico consuelo que dándoles sentido a sus vidas que están consumiéndose. Sabemos que algunas de las víctimas de esta enfermedad provienen de relaciones sexuales ilícitas; pero no se descarta de ninguna manera que otras sean víctimas por causas que no revisten ninguna maldad moral, vgr. una transfusión de sangre infectada o el uso inadecuado de una jeringa, etc. Nosotros no estamos aquí para juzgar a éste o a aquel enfermo, esto es de Dios, de nosotros es el de socorrerlos lo mejor que podamos.