Diaconado, Presbiterado y Laicado

Hoy llega el diaconado, no como sustituto del presbiterado, no como amenaza al laicado, sino como heraldo: ¡ángel del Ευαγγελίσμος, es decir de la anunciación. Otro Gabriel que anuncie la Buena Nueva de Salvación! "El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc. 1, 35). La imposición de manos crea al diácono como ministro ordenado, que, sin ser sacerdote, no es laico, sino clérigo; y que, sin ser laico no es sacerdote, pero sí está ordenado y no es Obispo. El diácono participa en el ministerio apostólico de la Iglesia que es el encuentro con el Señor. Por la ordenación diaconal s entra al estado clerical (Canon 266).
 
Cuando Gabriel anunció a María, la Madre de Dios dijo: "¿Cómo puede ser?" Lo dijo no por que no lo creyera, sino por que no entendía. Cuando el ángel le replicó, no le dio largas explicaciones, no pronunció una conferencia. Ella reaccionó sin otra conferencia. Solamente dijo: Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí, lo que has dicho"(Lc. 1, 35). Cuando los padres conciliares restauraron el diaconado en la Iglesia de Occidente, fue animados con la fe de que la Iglesia necesita ese ministerio apostólico enmarcado como ya lo hemos visto, entre el laicado y el presbiterado, como un brazo que le faltaba al obispo. El diaconado no viene como prótesis, no como miembro artificial, sino como brazo apostólico vivo por cuyas venas corre la sangre de Cristo-Siervo, el Hijo de la sierva del Señor.
 
Al decreto conciliar responde el diácono.!Aquí estoy: envíame! (IS 6,8) Responde porque cree que se cumplirá lo que el Concilio ha establecido. Pues, si falta una teología definitiva del diaconado, no falta la fe en su realidad revelada. El diaconado continúa la misión con Cristo por medio del maravilloso encuentro entre Dios y el ser humano en el sacramento.
 
Como hemos visto, la institución del diaconado se remonta al Nuevo Testamento. Todos conocemos al Protomártir, al Protodiácono San Esteban. San Lucas nos dice en los Hechos de los Apóstoles que éstos impusieron las manos sobre "siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría" para que atendieran las necesidades de las viudas de habla griega. Ellos eran de habla griega también y libraron a los apóstoles de las preocupaciones temporales para que se dedicaran mejor a la oración y a la predicación (Hc. 6, 3).
 
La palabra diácono viene del griego δіακονία (diakonνa) que en dos de sus formas, se emplea unas cien veces en el Nuevo Testamento queriendo significar ministerio/ ministro unas veces y servicio/siervo en otras (John N. Collins, Diakonia, Oxford University Press, 1990, pag. 3).
 
En los primeros años de la Iglesia vemos como el diaconado fue emergiendo. San Pablo en su carta a los Filipenses, escrita alrededor del año 57, hace referencia a los diáconos como orden en la Iglesia (Fil. 1, 11). También él habló con detalle sobre los diáconos en su primera carta a Timoteo (1Tim. 3, 8-10, 12-13).