Vencer sordera del espíritu y egoísmos para ayudar al prójimo, pide el Papa Benedicto

Al recibir esta mañana a los 400 participantes de la Conferencia Internacional "¡Effatá! La persona sorda en la vida de la Iglesia", el Papa Benedicto XVI resaltó que además de la sordera física, existe también la "sordera del espíritu que levanta barreras cada vez más altas a la voz de Dios y del prójimo", de la cual la humanidad debe curarse para vencer el egoísmo.

En su discurso a los participantes de esta conferencia promovida por el Pontificio Consejo para la Pastoral Sanitaria, Benedicto XVI explicó la razón de la elección del título del mismo que "constituye un paradigma de como actúa el Señor con los no oyentes". Citó entonces el pasaje del evangelio de Marcos cuando "Jesús se retira con un hombre sordo y mudo y después de haber efectuado algunos gestos simbólicos, levanta los ojos al Cielo y le dice: ¡Effatá!, o sea ‘ábrete’. En ese instante el hombre recuperó el oído, su lengua se soltó y habló correctamente".

"Los gestos de Jesús están llenos de atención amorosa y expresan una compasión profunda por el hombre que tiene enfrente: le manifiesta su interés concreto, lo aparta de la confusión de la multitud, hace que sienta su cercanía y su comprensión mediante gestos de denso significado", dijo el Papa.

Jesús no cura solamente la sordera física, explicó el Santo Padre, Cristo "indica también que hay otra forma de sordera de la que la humanidad debe curarse, de la que tiene que ser salvada: es la sordera del espíritu que levanta barreras cada vez más altas a la voz de Dios y del prójimo, sobre todo al grito de ayuda de los últimos y de los que sufren, y encierra al ser humano en un egoísmo profundo y destructivo".

"Desgraciadamente la experiencia no siempre atestigua gestos de buena acogida, de solidaridad convencida y de comunión calurosa con las personas que no oyen. Las numerosas asociaciones nacidas para tutelar y promover sus derechos evidencian que hay comportamientos latentes caracterizados por los prejuicios y la discriminación".

Pese a ello, indicó Benedicto XVI, "son mucho más grandes las iniciativas promovidas por instituciones y asociaciones, tanto eclesiales como civiles, inspiradas por una solidaridad auténtica y generosa que han mejorado la condición de vida de muchas personas no oyentes".

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"Las primeras escuelas para la instrucción y la formación religiosa de estos hermanos y hermanas nuestros nacieron en Europa ya en el setecientos y desde entonces se han multiplicado en la Iglesia las obras caritativas para ofrecer a los no oyentes no solo formación sino asistencia integral para su plena realización", subrayó.

"Sin embargo, no es posible olvidar la grave situación en que todavía viven en los países en desarrollo, sea por la falta de políticas y legislaciones apropiadas, sea por la dificultad de acceder a los cuidados sanitarios básicos; la sordera es a menudo una consecuencia de enfermedades que se curarían con facilidad".

El Pontífice exhortó luego a "las autoridades políticas y civiles y a los organismos internacionales para que brinden la ayuda necesaria para promover, también en esos países, el debido respeto por la dignidad y los derechos de las personas que no oyen, favoreciendo su plena integración social".

"Queridos hermanos y hermanas no oyentes no sois solamente destinatarios del anuncio evangélico. Sois también sus anunciadores, merced a vuestro Bautismo. Vivid por lo tanto cada día como testigos del Señor en los ambientes de vuestra existencia, dando a conocer a Cristo y su Evangelio", concluyó el Papa.

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