En este libro, redactado luego de ocho años de su muerte final, se señala que la santa, al morir por primera vez, tuvo un pedido especial de Dios de asumir el sufrimiento para salvar almas, por lo que volvió a la vida durante su Misa de funeral y voló hasta el techo de la iglesia, aparentemente incapaz de soportar el olor del pecado humano.
McDonald indicó que durante años Santa Cristina sufrió de "terribles dolores, entre ellos hipotermia y quemaduras, sin daños visibles en su cuerpo".
"Más tarde, cuando un querido amigo de Cristina, el conde Luis de Looz, se estaba muriendo, la llamó a su habitación y le contó todos sus pecados, con la esperanza de que ella orara por él. Después de su muerte, se le apareció para pedirle ayuda con el Purgatorio y ella accedió a sufrir la mitad de su castigo", indicó el escritor.
Según una traducción de 1986 de Margot H. King, Thomas de Cantimpré indicó que la santa asumió esta carga y durante mucho tiempo fue atormentada en medio de la noche "con humo ardiente y en otras ocasiones con frío paralizante".