En este trabajo es indispensable el diálogo. No se puede trabajar de forma aislada; todos nos necesitamos. Tenemos que ser «capaces de pasar de una cultura del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida» (Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, 2014). La colaboración conjunta es necesaria para elaborar estrategias eficientes y equitativas en la acogida de los refugiados. Lograr un consenso entre las partes es un trabajo «artesano», minucioso, casi imperceptible pero esencial para ir dando forma a los acuerdos y a las normativas. Se tienen que ofrecer todos los elementos a los gobiernos locales como también a la Comunidad internacional, a fin de elaborar los mejores pactos para el bien de muchos, especialmente de los que sufren en las zonas más vulnerables de nuestro planeta, como también en algunas áreas de Latinoamérica y el Caribe. El diálogo es fundamental para fomentar la solidaridad con los que han sido privados de sus derechos fundamentales, como también para incrementar la disponibilidad para acoger a los que huyen de situaciones dramáticas e inhumanas.
Para dar una respuesta a las necesidades de los emigrantes, se requiere el compromiso de todas las partes. No podemos quedarnos en el análisis minucioso y en el debate de ideas, sino que nos apremia dar una solución a esta problemática. Latinoamérica y el Caribe tienen un rol internacional importante y la oportunidad de convertirse en actores claves ante esta compleja situación. En este compromiso «se necesita establecer planes a medio y largo plazo que no se queden en la simple respuesta a una emergencia» (Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 11 enero 2016).
Estos sirven para establecer prioridades en la región también con una visión de futuro, como la integración de los emigrantes en los países que los reciben y la ayuda al desarrollo de los países de origen. A éstas se suman otras muchas acciones que son urgentes, como la atención a los menores: «Todos los niños tienen derecho a jugar […], tienen derecho en definitiva a ser niños» (Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, 2017). Ellos necesitan nuestra solicitud y ayuda, también sus familias. A este respecto, renuevo mi llamado para detener el tráfico de personas, que es una lacra. Los seres humanos no pueden ser tratados como objetos ni como mercancía, pues cada uno lleva consigo la imagen de Dios (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 197-201).
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