A pesar de las persecuciones en China, mi padre siempre fue fiel a Cristo y ahora llevo la cruz que durante años él mantuvo en la puerta, oculta bajo un sombrero; relató el P. Miguel, sacerdote católico que junto a otros doce millones de feligreses deben afrontar las consecuencias de mantenerse fieles a Roma.
China es un país donde los católicos fieles a Roma son reprimidos por negarse a ingresar a la Iglesia Patriótica, controlada por el gobierno comunista. Arrestos, prohibiciones y multas son algunas de las dificultades por las que pasan día a día.
Sin embargo, en medio de esta adversidad, emergen historias de fidelidad, como la del P. Miguel, quién descubrió su vocación a los siete años, luego de que una tía lo acercara a saludar a uno de los dos sacerdotes que en esa época había en todo el país y "que visitaban a los católicos con mucha discreción".