En un comunicado dado a conocer por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ésta expresó su beneplácito, junto con el Papa Benedicto XVI, por la entrada en vigor de la convención que prohíbe las bombas racimo desde ayer domingo.
En el texto se señala que este documento "representa un paso significativo en el ámbito del desarme y del derecho humanitario internacional, así como un resultado de relieve para un multilateralismo basado en la cooperación constructiva entre actores gobernativos y no gobernativos así como sobre los lazos entre el derecho humanitario y los derechos humanos".
Asimismo, indica el comunicado, "además de colmar un grave vacío en el derecho humanitario, la Convención tiende a dar una respuesta fuerte y creíble a un problema que sigue siendo muy actual, no sólo por el continuo uso de las municiones de racimo, sino por el hecho de que estos artefactos pueden quedan sin estallar en el terreno, causando graves daños aún después de muchos años de su dispersión e impidiendo la reanudación de la vida cotidiana de la población civil".