Entre los retos para la renovación eucarística marcados por el documento final del Sínodo de los Obispos se menciona la falta de conciencia ante el pecado y el no recurrir a la confesión.
Se trata de una real “pérdida de sentido del pecado” y de una “crisis persistente de la práctica del sacramento de la penitencia”.
Ante tal situación el Sínodo invita a “redescubrir su sentido profundo: Una conversión y un remedio precioso dado por Cristo resucitado para la remisión de los pecados y el crecimiento en el amor a Dios y a nuestros hermanos”.