Papa recuerda raíces cristianas de Europa y pide a jóvenes ser fermento de nuevo humanismo

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Al dirigir hoy el Ángelus dominical desde su casa de reposo en el Valle de Les Combes, el Papa Benedicto XVI recordó la contribución del cristianismo a la continua formación del continente Europeo y exhortó a los jóvenes a ser fermento de un nuevo humanismo.

Antes de la oración mariana, el Santo Padre hizo notar tanto la proximidad de la fiesta de Santiago Apóstol, lunes 25 de julio, como la fiesta, ayer sábado 23, de Santa Brígida de Suecia, Patrona de Europa y, el 11 de julio, la de San Benito. Con este trasfondo, el Papa expresó la voluntad de “reflexionar sobre la contribución que el cristianismo ha dado y continua ofreciendo a la construcción de Europa”.

Más adelante, el Pontífice recordó “el peregrinaje que hizo el Siervo de Dios Juan Pablo II en 1982 a Santiago de Compostela, en donde cumplió un solemne ‘Acto europeístico’, en cuyo curso pronunció las siguientes memorables palabras: ‘Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago te dirijo, oh vieja Europa, un grito pleno de amor: ¡Regresa a ti misma, sé tu misma! Descubre tus orígenes. Reaviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que han hecho gloriosa tu historia y benéfica tu presencia entre los otros continentes’”.

Benedicto XVI hizo referencia a su próximo viaje, el primero fuera de Italia en lo que va de su pontificado, afirmando que “también yo me dirigiré como peregrino a una histórica Catedral europea, aquella de Colonia, donde los jóvenes se han dado cita para su XX Jornada Mundial”.

Asimismo, pidió a todos los presentes el acompañamiento con la oración, para que “las nuevas generaciones, tomando su linfa vital de Cristo, sepan ser en las sociedades europeas fermento de un renovado humanismo, en el cual fe y razón cooperen en fecundo diálogo a la promoción del hombre y a la edificación de la auténtica paz”.

Terminado el rezo del Ángelus, el Santo Padre hizo referencia los atentados ocurridos durante la última semana invocando “confiar a la divina bondad a los difuntos, los heridos y sus seres queridos, víctimas de tales acciones que ofenden a Dios y al hombre".

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"Invoquemos al Omnipotente para que detenga la mano asesina de aquellos que, movidos por el fanatismo y el odio, han cometido tales actos y convierta sus corazones a la reconciliación y la paz”, concluyó.

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