Todo comienza el 1 de agosto de 1944, pero continúa hasta el 2 de octubre del mismo año. El levantamiento de Varsovia contra los nazis que ocupaban Polonia fue uno de los capítulos más trágicos y gloriosos de la resistencia, militarmente fallida, pero con héroes no solo entre los soldados del ejército polaco, sino también entre el clero.
Durante los 63 días del levantamiento de Varsovia, cerca de 150 sacerdotes diocesanos y muchas religiosas dieron a insurgentes y civiles asistencia pastoral y médica.
Los capellanes celebraban Misas entre bombas y proyectiles de artillería, bendecían las banderas de las tropas, confesaban, daban la Comunión, realizaban funerales, además de bautizar a los niños y bendecir los matrimonios.