Matrimonio no es "realidad blandita" manipulable al antojo del hombre, afirma arzobispo

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El Arzobispo de Valladolid, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, reafirmó que el matrimonio es la unión libre entre un hombre y una mujer realizada en virtud al designio de Dios, y no una "realidad blandita" manipulable al antojo del hombre, tal como ha ocurrido en España, donde la han privado de su carácter heterosexual.

En su carta "La verdad del matrimonio", el Prelado señaló que para el "pensamiento relativista imperante" es poco agradable hablar de la "verdad del matrimonio", ya que para el relativismo y positivismo jurídico, este es solo una "mera formalización social de vínculos afectivos en dos personas. Y no van más allá".

"El matrimonio no sólo se convierte en una realidad blandita a la manera de muchos sentimientos humanos, sino que se presenta como si se tratara de una superestructura legal que la voluntad humana puede manipular a su antojo, privándola, llegado el caso, como ha sucedido en España, de su carácter heterosexual", expresó.

Asimismo, dijo que algunas personas niegan su indisolubilidad y estiman que el matrimonio para siempre es "un ideal al que no pueden verse ‘obligados’ los cristianos normales". Esto, indicó, es algo que se ha extendido a "determinados ambientes eclesiales", donde se cree que "el bien pastoral de las personas en situación matrimonial irregular exigiría una especie de regulación canónica de las mismas, con independencia de la ‘verdad’ acerca de las condiciones de las personas".

"Pero el matrimonio tiene una verdad propia, a cuyo descubrimiento contribuyen armónicamente razón y fe, es decir, el conocimiento humano, iluminado por la Palabra de Dios, acerca de la realidad sexualmente diferenciada de hombre y mujer, con sus profundas exigencias de complementariedad, de entrega definitiva y de exclusividad", expresó.

En ese sentido, recordando el discurso del Papa Benedicto XVI al Tribunal de la Rota Romana, Mons. Rodríguez reafirmó que "todo matrimonio es fruto del libre consentimiento del hombre y de la mujer", y que su unión se realiza "en virtud del designio del propio Dios, que los ha hecho varón y hembra y les da el poder de unir para siempre las dimensiones naturales y complementarias de sus personas".

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"La indisolubilidad del matrimonio no se deriva del compromiso definitivo de los contrayentes, sino que es propio de la naturaleza del ‘poderoso vínculo establecido por el Creador’, que decía Juan Pablo II", añadió.

En ese sentido, preguntó, "¿Qué ley emanada de cualquier parlamento puede quitar fuerza a esta realidad y verdad del matrimonio?".

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