"Eucaristía: centro propulsor de la acción evangelizadora", afirma Santo Padre

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Hoy, tras celebrar la Misa de apertura de la XI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, el Papa Benedicto XVI rezó el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, recordando la centralidad de la Eucaristía en la vida de la comunidad eclesial.

En su alocución previa a la oración mariana, el Papa aclaró el sentido del tema del Sínodo que hoy se inició: “Eucaristía: fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia”. “En realidad -dijo- la doctrina católica sobre la Eucaristía, pide ser recibida, vivida y transmitida por la comunidad eclesial en modo siempre nuevo y adecuado a los tiempos. La Eucaristía podría ser considerada también como una ‘lente’ a través de la cual se verifica continuamente el rostro y el camino de la Iglesia, que Cristo ha fundado para que todo hombre pueda conocer el amor de Dios y encontrar en él la plenitud de la vida”.

Sobre la coincidencia de la clausura del Sínodo y la celebración de la Jornada Mundial Misionera, el Papa dijo que “nos ayuda a contemplar el misterio eucarístico en la perspectiva misionera. La Eucaristía es, en efecto, el centro propulsor de la entera acción evangelizadora de la Iglesia, como el corazón en el cuerpo humano. Las comunidades cristianas sin la celebración eucarística perdería su auténtica naturaleza: solo en cuanto eucarísticas pueden transmitir a los hombres a Cristo, y no solamente ideas o valores”.

Seguidamente, el Santo Padre hizo notar cómo la Eucaristía marcó la vida de tantos santos, entre ellos “san Francisco Javier, a quien el amor de Cristo llevó hasta el extremo oriente para anunciar el Evangelio; santa Teresa de Liseux, quien vivió en la clausura su ardiente espíritu apostólico, mereciendo ser proclamada junto con san Francisco Javier patrona de la actividad misionera de la Iglesia”.

Asimismo, pidió la intercesión de la Beata Virgen María al tiempo que invitó al rezo del rosario, “singular oración contemplativa con la cual, guiados por la celeste Madre del Señor, fijamos la mirada en el rostro del Redentor, para ser conformados a su misterio de gozo, de luz, de dolor y de gloria”.

Recordando al difunto pontífice Siervo de Dios Juan Pablo II, Benedicto XVI invitó a releer la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae. “A María encomendamos los trabajos del Sínodo: sea Ella quien conduzca a la Iglesia entera a una conciencia siempre más clara de la propia misión al servicio del Redentor realmente presente en el sacramento de la Eucaristía”.

Más en Vaticano

Al final del rezo del Ángelus, el Santo Padre impartió al Bendición Apostólica.

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