En la audiencia general de hoy el Papa Benedicto XVI habló sobre Santa Juliana de Cornillon, que contribuyó a la institución de la solemnidad del Corpus Christi. De ella, explicó, se puede aprender el profundo amor a Cristo en la Eucaristía con quien todo fiel debe encontrarse en la Misa dominical y en la adoración eucarística para transformar con el amor la propia vida.
En la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles presentes, el Papa refirió que nacida cerca de Lieja (Bélgica), a finales del siglo XII, huérfana a los cinco años, Juliana "fue confiada al cuidado de las religiosas agustinas del convento-leprosería de Mont-Cornillon", tomando más tarde el habito agustino y llegando a ser priora del mismo.
El Pontífice explicó que Santa Juliana "poseía una notable cultura y un sentido profundo de la presencia de Cristo, que experimentaba viviendo de modo particularmente intenso el Sacramento de la Eucaristía".