El Papa Juan Pablo II recibió este viernes las cartas credenciales del nuevo embajador de la República de China (Taiwan), Chou-seng Tou, con quien abordó las buenas relaciones entre ambos estados y la necesidad de defender la dimensión espiritual de la persona frente al consumismo.
Durante su discurso, el Pontífice aseguró que “las tradiciones religiosas y culturales del país testimonian el hecho de que el desarrollo humano no se debe limitar al éxito económico o material”.
“Muchos de los elementos ascéticos y místicos de las religiones de Asia –continuó el Santo Padre- enseñan que lo que define el progreso de los individuos y las sociedades no es la adquisición de riqueza material, sino más bien la capacidad de una civilización para promover la dimensión interior y la vocación trascendente de los hombres y mujeres”.