Al recibir las credenciales del primer Embajador de la República de Montenegro ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI destacó la importancia de esta pequeña y joven República de la ex Yugoslavia tanto para el diálogo ecuménico como para mantener la paz en la conflictiva región balcánica.
El Papa saludó en el Embajador a todos los montenegrinos, que “en su pluralidad étnica ha querido instaurar un diálogo directo y cordial con la Santa Sede", y observó que "durante siglos los pueblos activos en la actual Crna Gora han conservado siempre una relación dinámica y cordial con las gentes vecinas, ofreciendo interesantes aportes a la vida de las naciones europeas".
"Reflexionando sobre los siglos pasados –prosiguió el Papa–, cuando el mensaje evangélico de la salvación llegó a las tierras de Montenegro, abrazando la tradición oriental y occidental, su patria se ha caracterizado siempre como un lugar privilegiado del encuentro ecuménico que todos auspician. Incluso el encuentro entre cristianos y musulmanes se ha realizado de forma convincente en Montenegro".