Para un estudiante, señaló el Papa, pensar en esas cosas "te hace estudiar con una actitud diferente, con una apertura del corazón diferente al interés únicamente intelectual. El intelecto es válido, es necesario, pero es uno de los lenguajes que debéis tener".
Así, explicó que "hay tres lenguajes: el lenguaje de la cabeza, es decir, el lenguaje del intelecto, de pensar…; el lenguaje del corazón, aprender a sentir bien; y por último el lenguaje de las manos, el hacer. Pensar, sentir y hacer. Esto te hace crecer hasta el punto de que piensas aquello que sientes y aquello que haces, sientes aquello que piensas y aquello que haces, y haces aquellos que piensas y aquello que sientes. Es una armonía de tres lenguajes. Educar es hacer crecer estas tres dimensiones de la vida, pero en armonía".
"Las veces que tú acudas con estos tres lenguajes a la realidad, regresarás a casa no con una respuesta, sino con un interrogante. Un joven debe tener la capacidad de interrogarse, de hacerse preguntas cuando mira a la realidad, no sólo cuando estudia, un teorema matemático, por ejemplo, sino la realidad".
Por lo tanto, "si tú no vuelves a casa con una nueva pregunta, te falta una cosa: la capacidad de interrogarse".