El Papa Benedicto pide para que la Comunión atraiga a los cristianos a Jesús

Al presidir la Misa de Jueves Santo de la Cena del Señor en la Basílica de San Juan de Letrán, el Papa Benedicto XVI llamó a los fieles a buscar comprender cada vez más el misterio del amor de Dios manifestado en el sacrificio de Jesucristo, que permanece con nosotros gracias al don de la Eucaristía.

Durante la celebración de la Misa “in Cena Domini” el Pontífice realizó el rito del lavado de los pies a doce varones, representantes de sendas organizaciones laicales de la diócesis de Roma; mientras que la momento de la presentación de dones, se le entregó a Papa una colecta especial para el dispensario médico de Baidoa en Somalia.

Durante la homilía, el Santo Padre explicó el sentido de la Pascua judía, en la cual se celebraba “el hecho de que Dios mismo había liberado a Israel con ‘mano firme’”.

“Él, el Dios misterioso y escondido, se había revelado más fuerte que el faraón con todo el poder que tenía a su disposición”, recordó el Papa.

El Santo Padre señaló luego que “fue esta cena de múltiples significados la que Jesús celebró con los suyos la tarde previa a su Pasión. En base a este contexto debemos comprender la nueva Pascua, que él nos ha donado en la Santa Eucaristía”.

Durante la homilía, el Pontífice señaló la aparente contradicción que existe entre los Evangelios sinópticos –Mateo, Marcos y Lucas- y el Evangelio de San Juan respecto del momento en que sucedió la muerte de Jesús.

Para Juan, en efecto, Jesús murió en el momento mismo en que eran sacrificados los corderos de la Pascua judía, haciendo coincidir así la muerte de los corderos con la de Jesús.

El Santo Padre señaló que esta contradicción aparente llevó a muchos biblistas a señalar que Juan, en vez de hacer un recuento histórico, había preferido hacer uno simbólico.

Sin embargo, el Papa explicó durante la homilía que los descubrimientos de las cuevas de Qumran  “nos han conducido a una posible solución convincente que, aunque aún no ha sido aceptada por todos, posee un alto grado de probabilidad”.

“Estamos en condición de decir que lo que Juan ha referido es históricamente preciso. Jesús realmente derramó su sangre en la vigilia de la Pascua en la hora de la inmolación de los corderos”.

“Él celebró la Pascua con sus discípulos probablemente según el calendario de Qumran, es decir, un día antes –y la ha celebrado sin el cordero, como lo hacía la comunidad de Qumran, que no reconocía el templo de Herodes y estaba en espera del nuevo templo. Jesús celebró por tanto la Pascua sin cordero  – no, no sin cordero: en lugar del cordero se ha donado él mismo, su cuerpo y su sangre”, explicó.

Continuando con su novedosa interpretación del pasaje bíblico, el Pontífice explicó que de esta manera, Jesús no sólo se convertía en el nuevo cordero, “sino que Él mismo es el verdadero templo, el templo viviente, en el cual habita Dios y en el cual nosotros podemos encontrar a Dios y adorarlo. Su sangre, el amor de quien es al mismo tiempo el Hijo de Dios y verdadero hombre, uno de nosotros, aquella sangre puede salvar. Su amor, aquel amor en el cual Él se entrega libremente por nosotros, es lo que nos salva”.

Benedicto XVI  señaló luego que, de esta forma “en el centro de la Pascua nueva estaba la Cruz. De ella venía el don nuevo traído por Él. Y así ella permanece en la Santa Eucaristía, en la cual podemos celebrar con los Apóstoles a lo largo del curso de los tiempos la nueva Pascua. De la cruz de Cristo nos viene el don”.

“Pidamos al Señor –concluyó el Santo Padre- que nos ayude a comprender siempre más profundamente este misterio maravilloso, a amarlo siempre más y en él amarlo siempre más a Él mismo. Pidamos que nos atraiga con la santa Comunión siempre más hacia sí. Pidámosle que nos ayude a no retener la vida para nosotros mismos, sino entregársela a Él y así actuar junto a Él, para que los hombres encuentren la vida – la vida verdadera que puede venir solo da de quien es él mismo el Camino, la Verdad y la Vida.