Todos los cristianos hemos experimentado heridas afectivas durante nuestras vidas, que en algunos casos han sido incluso difíciles de superar. Es ahí donde la Psicoterapia de la Reconciliación (PDR) cobra gran relevancia para alcanzar la paz personal.
De acuerdo al Centro de Psicología Areté, una herida afectiva es un golpe o choque psicológico en la persona que causa dolor, sufrimiento, depresión, ansiedad y hasta pánico.
Muchas veces la persona que los padece no es consciente de estos traumas, aunque tengan una repercusión en su comportamiento cotidiano.