En la Audiencia General de este miércoles realizada en la Plaza San Pedro, el Papa Benedicto XVI meditó en torno al Cántico "Cristo Siervo de Dios" (Fil 2, 6-11) e invitó a todos los creyentes a una cada vez más perfecta conformación con el Hijo de Dios.
En sus palabras iniciales, el Santo Padre dijo que Cristo “encarnado y humillado en la muerte más infame es propuesto como un modelo vital para el cristiano” quien “debe tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” en palabras del Apóstol de Gentes.
El Señor –dijo el Papa– incluso siendo de naturaleza divina y contar con todo lo que ello implica, “no usa su ser igual a Dios, su dignidad gloriosa y su potencia como instrumento de triunfo, signo de distancia, expresión de aplastante supremacía”, sino, más bien, “Él se humilló, se despojó a sí mismo, sumergiéndose sin reservas en la mísera y débil condición humana”, de modo que “la forma divina se esconde en Cristo bajo la forma humana, es decir, bajo nuestra realidad marcada por el sufrimiento, la pobreza, el límite y la muerte”.