El Parlamento brasileño aprobó una ley que autoriza las investigaciones con células madre extraídas de embriones humanos y con el pretexto de buscar curas para enfermedades, permitirá la destrucción de miles de vidas humanas.
Esta “Ley de Bioseguridad” fija algunos límites temporales para emplear los embriones humanos fertilizados in vitro para fines reproductivos. De esta manera, las clínicas de fecundación asistida que mantengan embriones congelados por más de tres años, podrán ofrecerlos para la investigación.
La norma modifica una ley de 1995 que vetaba la manipulación genética de células germinales humanas y prohibía explícitamente la "producción, almacenamiento o manipulación de embriones humanos destinados a servir como material biológico disponible".