Carta del Papa a China busca normalización y reconciliación sin traicionar principios

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En una nota explicativa hecha pública junto a la extensa y enérgica “Carta a los Obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China”, la Santa Sede señaló que la misiva del Papa Benedicto XVI introduce a esa comunidad a una nueva etapa canónica de normalización; y mantiene firme las condiciones para reestablecer relaciones diplomáticas con China: conservar el derecho petrino a ordenar Obispos y salvaguardar la autonomía de la Iglesia. 

La nota comienza con un recuento histórico de los últimos 50 años de la historia de la Iglesia en China, recordando que “la comunidad católica sufrió una primera persecución en los años cincuenta con la expulsión de los Obispos y misioneros extranjeros, la encarcelación de casi todos los eclesiásticos chinos y de los responsables de los diversos movimientos laicales, el cierre de las iglesias y el aislamiento de los fieles”; un período al final del cual “se crearon organismos estatales como la Oficina para los Asuntos Religiosos y la Asociación Patriótica de los Católicos Chinos, con el fin de guiar y ‘controlar’ todas las actividades religiosas”.

“En 1958 –sigue el recuento- tuvieron lugar las dos primeras ordenaciones episcopales sin el mandato papal, dando inicio a una larga serie de gestos que hieren profundamente la comunión eclesial.

Esta parte histórica recuerda también que  durante la llamada “revolución cultural” (1966-1976) de Mao  “afectó violentamente a la comunidad católica”; pero en los años ochenta, “comenzó un periodo de tolerancia religiosa con algunas posibilidades de movimiento y de diálogo, que permitieron la reapertura de iglesias, de seminarios y de casas religiosas y un nuevo inicio de la vida comunitaria”.

Muchos Obispos, explica la nota, con la intensión de mantener su independencia, se vieron obligados a “recibir la consagración clandestinamente”;  mientras otros, “preocupados sobre todo por el bien de los fieles y con vistas al futuro”, consintieron  recibir la ordenación episcopal sin el mandato pontificio, pero después han solicitado que se les acoja en la comunión con el Sucesor de Pedro y con los otros Hermanos en el episcopado”.

Benedicto XVI sabe que las división en la Iglesia en China  no ha sido provocada por posiciones doctrinales, sino por la imposición de las autoridades: “los Obispos y los sacerdotes se han visto muy controlados y coartados en el ejercicio de su oficio pastoral”.

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Búsqueda de soluciones

En los años noventa, revela la nota explicativa,  los Obispos fieles a Roma “preguntaban qué actitud adoptar ante el Gobierno y los organismos estatales”; mientras que  “algunos sectores de la comunidad católica se encontraban desorientados ante la legitimación de numerosos Obispos que habían sido consagrados ilícitamente”.

La nota revela que el Papa Juan Pablo II se dirigió varias veces a la Iglesia en China “invitando a todos los católicos a la unidad y a la reconciliación”; pero la situación actual requería de respuestas más precisas, como las que ha otorgado el Pontífice.

Así, “las diversas problemáticas que parecen caracterizar más de cerca la vida de la Iglesia en China durante estos últimos años, fueron analizadas amplia y atentamente por una Comisión restringida, establecida con este fin y compuesta por algunos expertos y por aquellos que en la Curia Romana siguen la situación de la comunidad católica en China”.

La carta, decidida al final de esa reunión, como señala el Pontífice  ofrece “algunas orientaciones sobre la vida de la Iglesia y la obra de evangelización en China”, reafirma el valor inestimable de los sufrimientos y de la persecución sufrida a causa del Evangelio y dirige a todos un llamamiento a la unidad y a la reconciliación”.

Al respecto,  el Papa reafirma claramente el derecho exclusivo del Sucesor de Pedro al nombramiento de Obispos en China; a la vez que subraya a la comunidad de fieles: “nada sin el Obispo”.

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En lo que respecta a la relación de la comunidad católica con el Estado, Benedicto XVI manifiesta “el deseo sincero de que se avance en el diálogo entre la Santa Sede y el Gobierno chino” para poder llegar a un acuerdo sobre el nombramiento de Obispos, al pleno ejercicio de la fe de los católicos mediante el respeto de una auténtica libertad religiosa, y a la normalización de las relaciones entre la Santa Sede y el Gobierno de Pekín”.

Finalmente, el Papa “revoca todas las facultades y las directrices de carácter pastoral, pasadas y recientes, que han sido concedidas por la Santa Sede a la Iglesia en China. Las nuevas circunstancias de la situación general de la Iglesia en China y las mayores posibilidades de comunicación permiten ahora a los católicos seguir las normas canónicas generales y, si es necesario, recurrir a la Sede Apostólica”.

Deseo de Reconciliación

La nota explicativa de la Santa Sede explicita que la intención de la carta “no es crear situaciones de áspera confrontación con personas o grupos particulares”.

Además, señala que el Papa  “mira con respeto y profunda simpatía la historia antigua y reciente del gran Pueblo chino y se muestra, una vez más, dispuesto al diálogo con las Autoridades chinas, consciente de que la normalización de la vida de la Iglesia en China presupone un diálogo franco, abierto y constructivo con las Autoridades”.

“Benedicto XVI, al igual que su predecesor, Juan Pablo II, está firmemente convencido que esta normalización ofrecerá una contribución sin par a la paz del mundo, creando así una tesela insustituible en el gran mosaico de la convivencia pacífica entre los pueblos”, concluye la nota explicativa.

Lea la Carta del Papa a los Católicos chinos en español: http://www.aciprensa.com/Docum/benedictoxvi/documento.php?id=108

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