Los autores expresaron su preocupación por la dirección del Camino Sinodal.
"En el debate actual sobre la renovación de la Iglesia, cuya necesidad se ha vuelto obvia a través de la crisis de abusos, a menudo se presentan posiciones cuyos contenidos no tienen una conexión segura con la reevaluación o prevención del abuso de poder dentro de la Iglesia", escribieron.
"Por lo tanto, los llamados a la introducción de la ordenación de mujeres o el deseo de una adaptación integral de las estructuras de la Iglesia a los estándares de las democracias modernas (especialmente en lo que respecta a la separación de poderes), así como las dudas sobre la autoridad espiritual del ministerio ordenado, la petición de su constante desacralización o una reorganización de gran alcance de la moral sexual de la Iglesia son componentes de una agenda de reforma cuyos orígenes se encuentran mucho antes de la crisis de abuso y solo se han asociado secundariamente con ella".
Los autores también aseguraron que "tal combinación de intereses no responde a la seria preocupación con la que se inició el Camino Sinodal y trae consigo el peligro de nuevas divisiones dentro de la Iglesia alemana, así como en su relación con el Vaticano y la Iglesia universal...".