Tras la celebración de la Misa en la Catedral de Westminster, el Papa Benedicto XVI se dirigió a los jóvenes reunidos en el atrio de este templo. A ellos les recordó que toda persona ha nacido para vivir el amor de Dios y que este amor se aprende y se conoce en la oración cotidiana, en el encuentro personal con Cristo.
Al comenzar sus palabras y en medio de un gran ambiente de fiesta marcado por el entusiasmo de los miles de jóvenes presentes, el Santo Padre se refirió al lema de su visita al Reino Unido "El corazón habla al corazón" y pidió a los jóvenes presentes que piensen "en todo el amor que su corazón es capaz de recibir, y en todo el amor que es capaz de ofrecer. Al fin y al cabo, hemos sido creados para amar" y así "encontrar nuestra plena realización en ese amor divino que no conoce principio ni fin".
"Hemos sido creados también para dar amor, para hacer de él la fuente de cuanto realizamos y lo más perdurable de nuestras vidas. A veces esto parece lo más natural, especialmente cuando sentimos la alegría del amor, cuando nuestros corazones rebosan de generosidad, idealismo, deseo de ayudar a los demás y construir un mundo mejor. Pero otras veces constatamos que es difícil amar; nuestro corazón puede endurecerse fácilmente endurecido por el egoísmo, la envidia y el orgullo".