Arturo Mari, la discreta e infaltable figura cerca de los pontífices que pasó 51 años fotografiando los diversos episodios de la vida de los Papas, ha comenzado a compartir las primeras memorias desde su reciente retiro.
En un distendido diálogo con la prensa, Mari, casado con una ecuatoriana, conserva un afecto especial por América Latina, y señala que la foto que recuerda con más cariño, es la del abrazo entre Juan Pablo II y un niño indígena de Oaxaca, tomada durante la primera visita del Papa a México. Y señala, en cambio, que la foto que nunca hubiera querido sacar, fue la del atentado contra el Papa del 13 de mayo de 1981.
Arturo Mari empezó a fotografiar a los papas a los 16 años y por ello su carrera pasó por reportar gráficamente los pontificados de Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y, hasta su renuncia, con Benedicto XVI.