Una mujer nigeriana cuyo marido fue asesinado por Boko Haram en 2014 ha pedido oraciones por los cristianos perseguidos y por el grupo terrorista, “para que se salven, para que Jesús se revele a sus corazones, para que se arrepientan”.
“Oré por aquellos que habían asesinado a mi esposo y les dije: ‘Los he perdonado de corazón. No hay problema’. No saben lo que están haciendo. Son incrédulos”, dijo Afordia, quien pidió ser identificada sólo por su nombre de pila, a CNA —agencia en inglés de EWTN News— durante una entrevista en Roma la semana pasada.
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Afordia viajó desde su ciudad natal de Mubi, en el noreste de Nigeria —donde se concentra el extremismo— para compartir su testimonio en una presentación el 15 de enero sobre la persecución cristiana en todo el mundo del grupo de defensa de la libertad religiosa Puertas Abiertas.
La Lista Mundial de la Persecución 2025 identificó a Nigeria, que ha estado lidiando con la violencia extremista musulmana desde 2009, como uno de los peores países del mundo en cuanto a persecución cristiana. El informe concluyó que 3.100 cristianos fueron asesinados en Nigeria en 2024.
Afordia, cuyo marido recibió un disparo delante de ella después de declararse cristiano, dijo que a pesar de lo que le ha costado, nunca renunciará a su fe en Jesucristo.
“Lo que Dios está haciendo es la verdad. El cristianismo es la verdad. Cristo es el único que salva”, dijo a CNA. “Aunque hoy me maten, me atraviesen el cuerpo, uno, uno, uno, uno, así, no dejaré de seguir a Cristo porque él es el Salvador de este cuerpo y el Salvador de esta vida”.
La historia de Afordia
Boko Haram, una secta extremista musulmana clasificada como grupo terrorista por el Departamento de Estado de Estados Unidos, atacó Mubi (Nigeria) el 29 de octubre de 2014.
Afordia describió la confusión que se desató en Mubi ese día, cuando el ruido de armas y bombas interrumpió las actividades de media mañana y los residentes de la ciudad se apresuraron a regresar a sus casas desde el trabajo y la escuela.
Afordia, quien ayudaba a mantener a su familia como trabajadora de salud comunitaria y avicultora, y su esposo, pastor de la Iglesia Pentecostal Triumph of Faith, se subieron a su auto para buscar a sus cinco hijos, que habían desaparecido en el caos del ataque.
Fue entonces cuando, sin saberlo, la pareja cayó en una emboscada.
“Nos pararon a mí y a mi marido y nos pidieron a los dos que saliéramos del coche, lo cual hicimos, y los miembros de Boko Haram empezaron a hacerle preguntas: ‘¿Eres musulmán o infiel?’. Él dijo: ‘No soy musulmán. No soy infiel. Soy cristiano’. Y así fue como le pidieron que girara hacia la derecha de la carretera, lo cual hizo”, recordó Afordia.
“Inmediatamente se arrodilló y se puso a orar”, dijo. Los extremistas le dispararon cinco veces en la cabeza a su marido mientras ella observaba.
Después de matar a su marido, los hombres se volvieron hacia Afordia y le hicieron las mismas preguntas. “Cerré los ojos. Tenía mucho miedo, miedo de ver cómo me matarían”, dijo. “Levanté mis dos manos al cielo. Oraba en mi corazón: ‘Señor, recibe mi alma hoy porque iré a verte’. Así que en esa posición escuché un grito desde el otro lado, de los propios Boko Haram: ‘¡Basta! ¿Quién te pidió que mataras a esta mujer? Déjala en paz’”.
Sorprendentemente, los atacantes dejaron que Afordia se marchara en su coche. Pronto encontró a su hijo menor, que en ese momento era un adolescente, y ambos abandonaron el coche y huyeron hacia las montañas.
Con ayuda, finalmente fueron evacuados a la capital del estado, donde Afordia finalmente se reunió con sus otros cuatro hijos adultos jóvenes. Regresó a Mubi aproximadamente un mes después, luego de que el gobierno liberara la ciudad. Explicó que muchos de los residentes de Mubi nunca regresaron después del ataque.
Recuperó el cuerpo de su marido, que se había secado al sol, y le dio un entierro digno, pero sufría un trauma. “Estaba tan dispersa”, describió. “Noches sin dormir. No era yo misma. Caminaba como una loca. Para mí, la vida ya no significa nada”.
El grupo Puertas Abiertas ayudó a Afordia a recibir tratamiento de salud mental en Brasil. También le brindaron asistencia financiera, ya que había perdido su medio de vida después del ataque.
“Así fue como pude recuperarme”, dijo. “Y en ese momento, me vinieron pensamientos al corazón para recordar lo que Jesús enseñó sobre el perdón. Y pude recordar y orar por aquellos que habían asesinado a mi esposo”.
Hoy, Afordia es una abuela jubilada con cinco hijos que continúa cultivando sus propios productos y ayudando en su iglesia presbiteriana, donde enseña la fe.
Pidiendo oraciones, dijo que sería mejor ser asesinada que ser sometida a la brutal tortura que han experimentado algunos cristianos en Nigeria y otros países subsaharianos.
“Están sucediendo muchas cosas crueles. Quiero que los cristianos de los lugares donde hay menos persecución oren por los cristianos [en África] para que Dios los libere, para que Dios los vea y los rescate”.
“¿Qué es lo que me da valor?”, dijo. “En primer lugar, Cristo es quien da la vida. No hay salvación en ningún otro lugar que no sea Cristo”.
“Cuando Dios estaba creando su mundo, la oscuridad lo cubrió. Y cuando la oscuridad lo cubrió en Génesis capítulo 1, a Dios no le importó esa oscuridad. Él continuó diciendo que haya luz, que haya esto, que haya esto. Así que esto me da valor para continuar como cristiana, aunque el diablo esté atacando seriamente lo que Dios ha iniciado. No me impedirá seguir a Cristo porque sé que esa es la verdad”, afirmó.
“Cualquier otra religión… que surja no hará más que oponerse a lo que Dios ha planeado para el hombre”, añadió Afordia. “Él planeó sus cosas de tal manera que el hombre se salve”.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.