Domingo 29 de diciembre

Evangelio según San Lucas, capítulo 2, versículo del 22 al 40

22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, 23 según está escrito en la Ley de Moisés: "Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor", 24 y a fin de dar en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, "un par de tórtolas o dos pichones".

La profecía de Simeón

25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo era sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Ungido del Señor. 27 Y, movido por el Espíritu, vino al templo; y cuando los padres llevaron al niño Jesús para cumplir con él las prescripciones acostumbradas de la Ley, 28 él lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios y dijo: 29 "Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, según tu palabra, 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 que preparaste a la faz de todos los pueblos. 32 Luz para revelarse a los gentiles, y para gloria de Israel, tu pueblo". 33 Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía de El. 34 Bendíjolos entonces Simeón, y dijo a María, su madre: "Este es puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción - 35öy a tu misma alma, una espada la traspasará -, a fin de que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones".

La profetisa Ana

36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada; había vivido con su marido siete años desde su virginidad; 37 y en la viudez, había llegado hasta los ochenta y cuatro años, y no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38 Se presentó también en aquel mismo momento y se puso a alabar a Dios y a hablar de aquel (niño) a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. 39 Y cuando hubieron cumplido todo lo que era exigido por la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret en Galilea. 40 El niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre El.

Comentario

22. La Virgen purísima no tenía que "purificarse"; sin embargo se sometió, como Jesucristo, a la ley judía que prescribía la purificación de la madre en el plazo de 40 días. La ofrenda es la de los pobres (Ex. 13, 2; Lev. 12, 2 - 8).

29. La oración de Simeón es el "Nunc dimittis", que se reza en el Oficio de Completas.

34. Contradicción: Es el gran misterio de todo el Evangelio. Véase cómo actúa este misterio, en Mat. 13, 5 - 7. Cf. 7, 23.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios