Jueves 19 de setiembre

Evangelio según San Lucas, Capítulo 7, versículos 36-50

La pecadora perdonada.

36 Uno de los fariseos le rogó que fuese a comer con él, y habiendo entrado (Jesús) en la casa del fariseo, se puso a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús se encontraba reclinado a la mesa en casa del fariseo, tomó consigo un vaso de alabastro, con ungüento; 38 y, colocándose detrás de Él, a sus pies, y llorando con sus lágrimas bañaba sus pies y los enjugaba con su cabellera; los llenaba de besos y los ungía con el ungüento. 39 Viendo lo cual el fariseo que lo había convidado dijo para sus adentros: "Si Éste fuera profeta, ya sabría quién y de qué clase es la mujer que lo está tocando, que es una pecadora". 40 Entonces Jesús respondiendo (a sus pensamientos) le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". Y él: "Dilo, Maestro".

41 Y dijo: "Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. 42 Como no tuviesen con qué pagar, les perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?" 43 Simón respondió diciendo: "Supongo que aquel a quien más ha perdonado". El le dijo: "Bien juzgaste". 44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Vine a tu casa, y tú no vertiste agua sobre mis pies; mas ésta ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45 Tú no me diste el ósculo; mas ella, desde que entró, no ha cesado de besar mis pies. 46 Tú no ungiste con óleo mi cabeza; ella ha ungido mis pies con ungüento. 47 Por lo cual, te digo, se le han perdonado sus pecados, los muchos, puesto que ha amado mucho. A la inversa, aquel a quien se perdone poco, ama poco". 48 Después dijo a ella: "Tus pecados se te han perdonado". 49 Entonces, los que estaban con Él a la mesa se pusieron a decir entre sí: "¿Quién es Éste, que también perdona pecados?" 50 Y dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado: ve hacia la paz".

Comentario

37 s. Tan grande como el arrepentimiento era el perdón, y el amor que de éste procedía según el v. 47. Como observa San Jerónimo y muchos otros intérpretes, esta cena no es la de Betania.

46. Cuando se trata de honrar a Dios no debemos ser avaros, y sólo hemos de cuidar que sea según Él quiere y que el amor sea el único móvil y no la vanidad o el amor propio.

47. Ama poco: Esta conclusión del Señor muestra que si la pecadora amó mucho es porque se le había perdonado mucho, y no a la inversa, como parecería deducirse de la primera parte del v. La iniciativa no parte del hombre, sino de Dios que obra misericordia (léase en Salmo 58, 11: "Se alegrará el justo de haber visto la venganza, sus pies bañará en la sangre del impío" y 78, 8:" para que no fueran, lo mismo que sus padres, una generación rebelde y revoltosa. generación de corazón voluble y de espíritu desleala a Dios").
San Agustín confirma esto diciendo que al fariseo no se le podía perdonar mucho porque él, creyéndose justo, a la inversa de Magdalena, pensaba deber poco. Y entonces, claro está que nunca podría llegar a amar mucho según lo enseñado por Jesús.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios