Viernes 13 de setiembre
Contra la hipocresía.
39 Les dijo también una parábola: "¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? 40 No es el discípulo superior al maestro, sino que todo discípulo cuando llegue a ser perfecto será como su maestro. 41 ¿Cómo es que ves la pajuela que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu propio ojo? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la pajuela de tu ojo", tú que no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la pajuela del ojo de tu hermano".
Comentario
41 s. Jesucristo nos muestra aquí que,
en cuanto pretendemos juzgar a nuestro prójimo, caemos, no sólo
en la falta de caridad, sino también en la ceguera, porque una viga
cubre entonces nuestros ojos, impidiéndonos juzgar rectamente. "¿Quién
eres tú para juzgar al que es siervo de otro?", es señalado
en la Carta a los Romanos, capítulo 14, versículo 4.
Así, cuando nos vemos en conflicto con el prójimo, sentimos
una fuerte inclinación a formarnos un juicio sobre él: sea para
condenarlo, satisfaciendo nuestro amor propio, o para justificarlo benévolamente.
La verdad no está ni en una cosa ni en la otra. Está en el abstenerse
de ese juicio. No es necesario que sepamos a qué atenernos con respecto
a una persona, sino con respecto a su doctrina. En esto último sí
que hemos de proceder con libertad de espíritu para aceptar o rechazar
la que nos proponen. Pero esa tendencia a juzgar al prójimo debe abandonarse
y dejarse el caso para que Dios lo resuelva, sin pretender justificarse uno
mismo con las fallas del otro. No juzgar al siervo de otro es, pues, prescindir
de la opinión propia resignarse a ignorar, sin condenar ni absolver.
Estos comentarios
corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario
de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE
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