Sábado 11 de mayo



Evangelio según San Juan, capítulo 16, versículos del 23 al 28

23 En aquel día no me preguntaréis más sobre nada. En verdad, en verdad, os digo, lo que pidiereis al Padre, El os lo dará en mi nombre. 24 Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado".

Tened confianza.

25 "Os he dicho estas cosas en parábolas; viene la hora en que no os hablaré más en parábolas, sino que abiertamente os daré noticia del Padre. 26 En aquel día pediréis en mi nombre, y no digo que Yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre os ama El mismo, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que Yo vine de Dios. 28 Salí del Padre, y vine al mundo; otra vez dejo el mundo, y retorno al Padre".

Comentario

23. Véase 14, 20:"En aquel día conoceréis que Yo soy en mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros". En aquel día: Vosotros estáis en Mí, etc. "En vano soñarán los poetas una plenitud de amor y de unión entre el Creador y la creatura, ni una felicidad para nosotros, como ésta que nos asegura nuestra fe y que desde ahora poseemos "en esperanza". Es un misterio propio de la naturaleza divina que desafía y supera todas las audacias de la imaginación, y que sería increíble si El no lo revelase. ¿Qué atractivos puede hallar El en nosotros? Y sin embargo, al remediar el pecado de Adán, en vez de rechazarnos de su intimidad (mirabilius reformasti!) buscó un pretexto para unirnos del todo a El, como si no pudiese vivir sin nosotros!".
No me preguntaréis más: Cf. Hebr. 8, 11; Jer. 31, 34.

24. En mi nombre: por el conocimiento que tenéis de mi bondad, y de todas mis promesas. La falta de este conocimiento es lo que explica, según S. Agustín, que tantas veces la oración parezca ineficaz, pues se pide en nombre de un Cristo desfigurado a quien el Padre no reconoce por su Hijo. Véase 14, 13 s.; 14, 20; 15, 11; I Juan 5, 14; Mat. 7, 7; Marc. 11, 24; Sant. 1, 6 s.; 4, 3. Pedid, etc.: Algunos traducen "pedid que vuestro gozo sea completo, y recibiréis" (lo que pedís), lo cual significaría que se nos promete no ya tales o cuales bienes pedidos, para que nos gocemos en ellos, sino que se nos promete el gozo mismo, como un bien inmenso, el gozo que el propio Jesús tenía (17, 13), la alegría del corazón que debe tenerse siempre (Filip. 4, 4; Tob. 5, 11) y que, siendo un fruto del Espíritu Santo (Gál. 5, 22), es explicable que se conceda a todo el que lo pida, pues si los malos sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, mucho más nos dará el Padre Celestial su buen Espíritu (Luc. 11, 13 y nota); ¡Admirable promesa de felicidad! Porque conceder así el gozo permanente a todo el que lo pida, no es sólo hacernos seguramente felices, sino también darnos una fuente inexhausta de santidad (Ecli. 30, 23, Vulgata). ¿No es esto lo que se nos enseña a pedir ya en el S. 50, 10 y 14? No quiere Jesús que pongamos nuestra felicidad en la posesión de determinados bienes, que pueden no convenirnos, y por eso Santiago enseña que a veces pedimos y no recibimos (Sant. 4, 3); sino que pidamos el don del gozo espiritual, que es en sí mismo alegría inalterable, como la de aquel "hombre feliz que no tenía camisa".

26. No digo que rogaré. Rasgo de indecible delicadeza. Bien sabemos que rogará siempre por nosotros (Hebr. 7, 24 s.), como que tal es su Ministerio de Sacerdote Eterno (Hebr. 8, 2; 9, 11 y 24). Y El mismo nos dijo: "nadie va al Padre sino por Mí" (14, 6). Pero aquí muestra su empeño de que la gloria y el amor sean para el Padre, y por eso, para inclinar hacia Este nuestro agradecimiento, nos dice que el mismo Padre nos ama. El ideal de Jesús es que nos ame tanto como a El (17, 26). Y esa verdad de que no vamos al Padre sino por El, se cumple también aquí, pues Jesús ha sido el instrumento de propiciación (Rom. 3, 25), y si, además del perdón, gozamos de ese amor del Padre es por haberlo amado a Jesús, como dice también en 14, 23: "Si alguno me ama... mi Padre lo amará".

28. Retorno al Padre: allí, hecho causa de eterna salud (Hech. 5, 9) y ofreciendo por nosotros su sacrificio del Calvario (Hech. 7, 24 s.; 8, 1 ss.; 9, 11 - 14), Jesús es el Pontífice (Hebr. 5, 10; 6, 20; 7, 28; S. 109, 4 y nota), el puente entre Dios y nosotros (Hebr. 13, 10 y 15), el Don del Padre a nosotros (3, 16) y Don de nosotros al Padre. Es la "respiración del alma" que continuamente lo recibe a Él como oxígeno de vida (cf. 15, 1 ss.) y lo devuelve, para gloria de Ambos, al Padre que tiene en El toda su complacencia (Mat. 17, 5). Todo el Evangelio está aquí, y sus discípulos no tardan en advertirlo (v. 29 s.), dejando sus inquietudes del v. 19, si bien creen erróneamente que ya llegó el feliz día del v. 28 (cf. v. 16 y nota). De ahí la rectificación que el divino Profeta les hace en v. 31 s.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios