San Junípero Serra, OFM, Presbítero (Memoria Libre)

julio 1, 2021

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Génesis 22:1-19

    1Después de estos sucesos, Dios puso a prueba a Abrahán. Y le llamó:
    —¡Abrahán! Éste respondió: —Aquí estoy.
    2Entonces le dijo:
    —Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que tú amas, a Isaac, y vete a la región de Moria. Allí lo ofrecerás en sacrificio, sobre un monte que yo te indicaré.
    3Muy de mañana Abrahán se levantó, aparejó su asno, se llevó consigo a dos siervos y a su hijo Isaac, cortó la leña del sacrificio, se puso en camino y se dirigió al lugar que le había dicho Dios.
    4Al tercer día, Abrahán alzó la vista y divisó el lugar a lo lejos.
    5Entonces dijo Abrahán a sus siervos:
    —Quedaos aquí con el asno mientras el muchacho y yo vamos hasta allí para adorar a Dios; luego volveremos con vosotros.
    6Tomó Abrahán la leña del sacrificio y se la cargó a su hijo Isaac, mientras él llevaba en la mano el fuego y el cuchillo; y se pusieron en marcha los dos juntos.
    7Isaac dijo a su padre Abrahán:
    —¡Padre! Él respondió: —Sí, hijo mío. Y el muchacho preguntó: —Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el sacrificio?
    8Respondió Abrahán:
    —Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío. Caminando juntos
    9llegaron al lugar que Dios le había dicho; construyó allí Abrahán el altar y colocó la leña; luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña.
    10Abrahán alargó la mano y empuñó el cuchillo para inmolar a su hijo.
    11Pero entonces el ángel del Señor le llamó desde el cielo:
    —¡Abrahán, Abrahán! Él contestó: —Aquí estoy.
    12Y Dios le dijo:
    —No extiendas tu mano hacia el muchacho ni le hagas nada, pues ahora he comprobado que temes a Dios y no me has negado a tu hijo, a tu único hijo.
    13Abrahán levantó la vista y vio detrás un carnero enredado en la maleza por los cuernos. Fue Abrahán, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en vez de su hijo.
    14Abrahán llamó a aquel lugar «El Señor provee», tal como se dice hoy: «en la montaña del Señor provee».
    15El ángel del Señor llamó por segunda vez a Abrahán desde el cielo
    16y le dijo:
    —Juro por mí mismo, oráculo del Señor, que por haber hecho una cosa así, y no haberme negado a tu hijo, a tu único hijo,
    17te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de las playas; y tu descendencia se adueñará de las ciudades de sus enemigos.
    18En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra porque has obedecido mi voz.
    19Abrahán volvió al lado de sus criados; emprendieron la marcha y fueron todos juntos a Berseba; y Abrahán residió en Berseba.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 115:1-6, 8-9

    1No a nosotros, Señor, no a nosotros,
    sino a tu Nombre da la gloria, por tu misericordia, por tu fidelidad.
    2¿Por qué han de decir las naciones:
    «Dónde está su Dios»?
    3Nuestro Dios está en los cielos.
    Cuanto le agrada, lo hace.
    4Los ídolos de las naciones son plata y oro,
    hechura de manos humanas.
    5Tienen boca y no hablan,
    tienen ojos y no ven;
    6tienen oídos y no oyen,
    tienen nariz y no huelen;
    8Sean como ellos quienes los hacen,
    todos los que en ellos confían.
    9Casa de Israel, confía en el Señor:
    Él es su auxilio y su escudo.

  • Evangelio

    Mateo 9:1-8

    1Subió a una barca, cruzó de nuevo el mar y llegó a su ciudad.
    2Entonces, le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
    —Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.
    3Entonces algunos escribas dijeron para sus adentros: «Éste blasfema».
    4Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo:
    —¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
    5¿Qué es más fácil, decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate, y anda»?
    6Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados —se dirigió entonces al paralítico—, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
    7Él se levantó y se fue a su casa.
    8Al ver esto, la gente se atemorizó y glorificó a Dios por haber dado tal potestad a los hombres.