Después denunció la "cultura del descarte", en la que "aquello que no es de utilidad se descarta". "Se descartan los niños porque no se tienen, o porque se les mata antes de que nazcan; se descarta a los ancianos porque no sirven y se les deja ahí, morir, en una especie de eutanasia escondida, y no se les ayuda a vivir". Y, además, "ahora se descarta a los jóvenes: piensen que el 40% de los jóvenes aquí no tiene trabajo".
Francisco explicó que esto sucede porque "en el sistema económico mundial no están el hombre y la mujer en el centro, como quiere Dios, sino el dios dinero. Y todo se hace por dinero".
En este sentido afirmó que "un joven que no puede estudiar, que no tiene trabajo, que tiene vergüenza de no sentirse digno porque no tiene trabajo, no se gana la vida".
El Papa aseguró que "las estadísticas de los jóvenes que se suicidan no se saben bien" y recordó que también muchos de ellos "van a luchar con terroristas, para hacer al menos algo, por un ideal"
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Ir contracorriente, evitar el consumismo
En respuesta a la última pregunta, el Santo Padre aseguró que "debemos avanzar con nuestros proyectos de construcción, de ayuda. Pensemos en los niños de la calle, en los inmigrantes, en tantos que tienen necesidad, pero no solamente de comer un día, dos días, sino de promoverlos con la educación, con la unidad en la alegría de los Oratorios y tantas otras cosas, pero cosas que construyan".
"¿Cómo se hace esto?", volvió a interrogarse. "Vayan contracorriente", respondió. "Para ustedes jóvenes que viven esta situación económica, también cultural, hedonista, consumista con los valores de 'pompas de jabón', con estos valores no se puede avanzar".
"Hagan cosas constructivas, aunque sean pequeñas, pero que reúnan, que unan entre nosotros, con nuestros ideales: este es el mejor antídoto contra este desafío de la vida, contra esta cultura que te ofrece solamente el placer: pasarlo bien, tener dinero y no pensar en otras cosas".
Al mismo tiempo, pidió a los jóvenes ser "creativos y valientes" y les explicó que muchas veces, la publicidad quiere convencernos de que "es precioso, que es bueno, y nos hace creer que son 'diamantes', pero miren, ¡nos venden cristales! Y nosotros debemos ir contra esto, no ser ingenuos. No comprar porquerías que nos dicen que son diamantes".
Así, les invitó a "vivir la realidad", y "si esa realidad es cristal y no diamante, busco la realidad contracorriente y hago mi realidad, pero que esté al servicio de los otros".