5 de diciembre de 2025 Donar
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En su cuarto día de viaje, el Papa impulsó en Turquía la unidad de los cristianos y llamó a la paz en Líbano

El Papa saluda a los libaneses/ Crédito: Vatican Media

El Papa León XIV cerró este domingo 30 de noviembre la primera parte de su viaje internacional a Turquía con una jornada marcada por la oración, la fraternidad y la reafirmación del diálogo ecuménico antes de dirigirse a Beirut, Líbano.

El Santo Padre arrancó su último día en Turquía con un encuentro con el Patriarca Su Santidad Karekin II, líder de la Iglesia Apostólica Armenia, a quien agradeció “el valiente testimonio cristiano del pueblo armenio” a lo largo de los siglos y destacó “los lazos fraternales cada vez más estrechos” entre ambas Iglesias. 

Durante su discurso, León XIV invitó a “recuperar la unidad que existía en los primeros siglos entre la Iglesia de Roma y las antiguas Iglesias Orientales, una comunión que no implica absorción ni dominio, sino un intercambio de los dones que nuestras Iglesias han recibido del Espíritu Santo”. 

Asimismo, citó a Nerses IV Shnorhali, santo armenio que trabajó por la reconciliación de las Iglesias, y pidió que su ejemplo “nos inspire y su oración nos sostenga en el camino hacia la plena comunión”.

Tras el intercambio de regalos, el Pontífice se trasladó a la Iglesia Patriarcal de San Jorge, sede del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, donde participó en la Divina Liturgia presidida por el Patriarca Bartolomé I.

El Papa dio un impulso al diálogo entre cristianos en Turquía. Crédito: Vatican Media

Durante dos horas, León XIV estuvo presente en un ambiente solemne, sentado en lugar preeminente, y bendijo una placa con los nombres de los Papas que han visitado la Catedral Apostólica Armenia. 

La iglesia, construida en 1720, destaca por carecer de cúpula según la normativa otomana y por custodiar reliquias de santos venerados en la antigua Constantinopla.

En su homilía, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, subrayó que la visita del Papa “no puede considerarse mero protocolo, pues expresa de modo concreto el compromiso de buscar la unidad entre los cristianos y la sincera aspiración de restaurar la comunión eclesiástica completa”. 

Cuestiones doctrinales que aún separan a los cristianos

Asimismo, recordó en positivo las cuestiones doctrinales que todavía separan a ambas Iglesias, como el filioque (la expresión teológica que afirma que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo simultáneamente, no como dos principios separados, sino como un solo principio) y la infalibilidad papal.

En el marco de la festividad de San Andrés, patrón del país, el Pontífice concluyó su visita a Turquía destacando que “su fe es la nuestra; la misma que han definido los concilios ecuménicos y que hoy profesa la Iglesia”. 

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A lo largo de la historia, la relación entre Roma y Constantinopla ha pasado de la excomunión mutua en 1054 a un diálogo cada vez más cercano, reflejado hoy en la cordialidad y el respeto mutuo entre el Pontífice y el Patriarca Ecuménico.

Por la tarde, arrancó la segunda parte del primer viaje internacional del Papa. En el avión que lo llevó de Estambul hasta Beirut, el Pontífice contestó a algunas preguntas por parte de los periodistas. 

El Papa dio su primera entrevista en el avión que Turquía lo llevó a Líbano. Crédito: Elias Turk/ EWTN News

Próxima meta: Jerusalén 2033

El Santo Padre aseguró que conversó directamente con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, sobre las guerras en Gaza y Ucrania y dejó claro que ambos coincidieron en puntos clave y que Ankara podría desempeñar un papel importante en los nuevos esfuerzos de paz. León XIV también confirmó ante la prensa que quiere invitar a todos los líderes cristianos a reunirse de nuevo probablemente en Jerusalén dentro de ocho años, en 2033, para conmemorar juntos los dos mil años de la Resurrección de Cristo.

Nada más aterrizar en el Líbano, el Santo Padre se trasladó al Palacio presidencial para reunirse con las autoridades ante las que advirtió que si no se trabaja “en la sanación de la memoria” y en un "acercamiento" entre quienes han sufrido agravios e injusticias, "es difícil avanzar hacia la paz”.

El Papa con las autoridades libanesas. Crédito: Vatican Media

Según el Papa León XIV, cuando ese esfuerzo no se realiza, “se permanece estancado, prisionero cada uno de su dolor y de sus razones”.

“Hay heridas personales y colectivas que requieren largos años, a veces generaciones enteras, para poder sanar”, aseguró desde Beirut, la capital libanesa que aún carga con las heridas abiertas de la devastadora explosión que hace cinco años sacudió su puerto y cuya investigación continúa paralizada. Las familias de los 235 fallecidos han pedido en varias ocasiones poner fin a la impunidad. 

Antes de que el Papa tomase la palabra, habló el presidente del Líbano que, tal y como está vigente en la Constitución del país –que prevé la repartición del poder entre las distintas religiones– es siempre un cristiano maronita: desde enero de 2025 es Joseph Aoun.

Líbano, laboratorio de convivencia

El jefe de Estado libanés hizo una defensa del pluralismo y de la convivencia religiosa del país, asegurando que la desaparición de uno de los componentes de esta convivencia religiosa —cristianos o musulmanes— provocaría un colapso nacional con repercusiones globales. “Si los cristianos desaparecen del Líbano, se derrumbará la ecuación misma y desaparecerá su justicia. Si los musulmanes caen, se romperá el equilibrio y desaparecerá su moderación”, afirmó ante el Papa León XIV.

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El Papa fue recibido en el Palacio Presidencial por un coro de niños y adultos con discapacidad. Crédito: Vatican Media

Tras su paso por Turquía, de gran mayoría musulmana, donde los cristianos no llegan al 1% de la población, el Pontífice se encontró en el Líbano con un auténtico laboratorio de conveniencia donde cohabitan musulmanes —chiitas y sunitas— y cristianos, que representan un tercio de la población. Su presencia se ha visto claramente reducida en las últimas décadas. Eran el 51,2% de la población en el último censo oficial de 1932, un 20% más, según las cifras que maneja el Vaticano.

El valor de los que se “atreven a quedarse, incluso cuando ello supone un sacrificio”

A diferencia de lo que ocurrió en Turquía, los cristianos del Líbano le estaban esperando —a pesar de la lluvia— en las calles de Beirut a lo largo del todo el trayecto que recorrió en un papamóvil blindado para mostrarle su cariño con la esperanza de poder saludarlo aunque fuera durante un segundo.

El Papa, al llegar a Beirut (Líbano). Crédito: Vatican Media

En su primer discurso en el país, el Papa quiso remarcar el valor de los que se “atreven a quedarse, incluso cuando ello supone un sacrificio”. León XIV enumeró las amenazas como “la incertidumbre, la violencia, la pobreza” que producen cada día una “hemorragia de jóvenes y familias que buscan un futuro en otros lugares, a pesar del gran dolor que representa dejar su patria”. 

El Papa consideró que “permanecer en la patria y colaborar día a día al desarrollo de la civilización del amor y de la paz sigue siendo algo muy loable”. 

“¿Qué hacer para que sobre todo los  jóvenes no se sientan obligados a abandonar su tierra y emigrar? ¿Cómo motivarlos a no buscar la paz en otros lugares, sino a encontrar garantías y convertirse en protagonistas de la misma en su tierra natal?”, invitó a cuestionarse. 

Anteponer el “objetivo de la paz a todo lo demás”

El Papa llegó a Beirut solo una semana después de que el ejército de Israel lanzase un ataque de precisión para matar al jefe militar de Hizbulá, Abu Ali Tabatabai. 

Este país conserva aún en la memoria colectiva la devastación de la guerra de 2006 entre Hizbulá e Israel. Aquel conflicto, que se prolongó seis semanas, dejó 1.300 libaneses y 165 israelíes muertos, y arrasó pueblos enteros y varios barrios de Beirut. En octubre del 2024 hubo otra escalada de violencia, que todavía hace temer una guerra en la frontera sur.

El Papa saluda al presidente del Líbano. Crédito: Vatican Media

Ante las autoridades, el Papa instó a anteponer el “objetivo de la paz a todo lo demás”. Dedicó gran parte de su alocución a describir lo que significa ser artífices de la paz en circunstancias “muy complejas, conflictivas e inciertas”.

Así, aseguró que la paz “siempre crece en un contexto vital concreto, hecho de vínculos geográficos, históricos y espirituales”, pero sin ceder “al nacionalismo”. 






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