Tras dos años de celebraciones de Navidad discretas debido a la guerra en curso entre Hamás e Israel, este año la festividad se celebrará en Tierra Santa en todo su esplendor, especialmente en Belén.
“El árbol ya está colocado y los empleados están trabajando las 24 horas del día para preparar la Navidad”, dijo al National Catholic Register —socio informativo de ACI Prensa— la tenienta de alcalde de Belén, Lucy Talgieh. “Después de cinco años de cierres por el COVID y luego la guerra, queremos celebrar”.
Los festejos incluirán una ceremonia de encendido del árbol en la plaza del Pesebre, y las calles que conducen a la plaza y a la Basílica de la Natividad estarán llenas de luces decorativas. Este año volverán a celebrarse una feria de regalos navideña en toda regla y un coro de Nochebuena. Se espera que la procesión anual de Nochebuena de Jerusalén a Belén, encabezada por el Patriarca Latino, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, que fue tan sombría los dos últimos años, sea mucho más alegre.
La decisión de restablecer las tradicionales celebraciones navideñas públicas refleja la esperanza de que la guerra en Gaza pueda estar acercándose a su fin, lo que a su vez ofrece aliento a los cristianos de Tierra Santa, especialmente en Belén, que han afrontado una situación económica desesperada. La frágil economía de Belén, y en particular la comunidad cristiana local, dependen enormemente de las peregrinaciones. Durante el siglo pasado, las tiendas que rodean la Plaza del Pesebre, que venden hermosas cruces de nácar hechas a mano y belenes tallados a mano creados por artesanos cristianos locales, han sustentado a familias enteras.
Durante los cierres por el COVID y la guerra, casi todos los comercios bajaron la persiana, y la mayoría de los artesanos cerraron sus talleres, quizá de forma permanente, por la falta de peregrinos, y pasaron a depender de internet.
El turismo comenzaba a recuperarse de los cierres por el COVID cuando Hamás se infiltró en Israel el 7 de octubre de 2023, desencadenando la guerra con Israel. De la noche a la mañana, prácticamente todas las aerolíneas extranjeras cancelaron sus vuelos a Tel Aviv, lo que hizo casi imposible que los visitantes, incluidos los peregrinos, pudieran viajar. Incluso aquellos que lograron llegar quedaron excluidos de Cisjordania debido a los cierres de seguridad israelíes.