5 de diciembre de 2025 Donar
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En su segundo día en el Líbano, León XIV reza ante la tumba de San Charbel y se reúne con más de 15.000 jóvenes

El Papa ha pasado su segundo día en el Líbano/ Crédito: Vatican Media

El Papa León XIV completó este lunes su segundo día en Líbano con un gesto simbólico de paz y convivencia: su oración ante la tumba del santo libanés Chárbel Makhlouf, una figura venerada tanto por cristianos como por musulmanes.

El Pontífice puso de ejemplo para “quienes habitan en medio del bullicio, la modestia a quienes viven para aparentar y la pobreza a quienes buscan las riquezas” a este santo que decidió apartarse del mundo, viviendo como eremita y murió en 1898, en una celda de piedra.

El Pontífice llegó a Annaya, a unos 40 kilómetros de Beirut, en medio de una multitud que lo recibió entre campanas, banderas y pétalos de flores, pese a la lluvia que marcó la jornada.

El Papa rezante ante la tumba de San Charbel. Crédito: Vatican Media

Miles de libaneses salieron a la carretera para saludar al Santo Padre en el trayecto que recorrió con el papamóvil blindado. León XIV rezó en silencio en la tumba iluminada tenuemente y ofreció como obsequio una lámpara de luz, símbolo de esperanza para el país.

“Para el mundo pedimos paz, especialmente para Líbano y todo el Levante”, dijo el Papa en francés tras encomendar al santo las necesidades de la Iglesia y del país.

Posteriormente, León XIV se trasladó a Harissa, —tan querida para San Juan Pablo II— sede de la Iglesia maronita, donde fue recibido por fieles que abarrotaban la Basílica de Nuestra Señora del Líbano. 

Entre cánticos y vítores, el Papa destacó la importancia de la unidad y la paz en un país marcado por tensiones políticas y divisiones religiosas.

El Papa regresará el martes al Vaticano. Crédito: Vatican Media

Al hacer referencia al clima de guerra que se vive en el país, el Pontífice subrayó que “permaneciendo con María junto a la cruz de Jesús, nuestra oración —puente invisible que une los corazones— nos da la fuerza para seguir esperando y trabajando, incluso cuando a nuestro alrededor retumba el ruido de las armas y las exigencias propias de la vida cotidiana se convierten en un desafío”.

La jornada continuó en Beirut, en un encuentro interreligioso en la Plaza de los Mártires, escenario emblemático de la historia reciente del Líbano y de su diversidad religiosa. Allí, acompañado por líderes cristianos, musulmanes y drusos, León XIV instó a superar prejuicios e intolerancia: “Cristianos, musulmanes, drusos y muchos otros pueden vivir juntos y construir un país unido por el respeto y el diálogo”, afirmó.

El Papa mantuvo un encuentro interreligioso. Crédito: Vatican Media

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En el Líbano, junto a los cristianos conviven distintas ramas del islam suní, chií y alauí, además de la comunidad drusa, que mantiene un estatuto propio no asimilado ni al islam ni al cristianismo. A todos ellos les pidió expresamente que hagan frente a la “intolerancia”, para iluminar el camino “hacia la justicia y la concordia para todos, a través del testimonio de su fe”.

“Que en esta amada tierra, cada repique de campana, cada adhān, cada llamada a la oración se armonice en un único y grandioso himno, no sólo para glorificar al misericordioso Creador del cielo y de la tierra, sino también para elevar una sincera oración por el don divino de la paz”, exhortó el Papa León XIV.

Los libaneses se echaron a las calles para ver pasar el papamóvil blindado del Papa. Crédito: AIGAV

El Papa dejó para el final del día el evento más esperado: su encuentro con decenas de miles de jóvenes de todos los rincones del Líbano que tomaron la plaza ante el Patriarcado de Antioquía de los maronitas para poder ver y escuchar de cerca al Papa. 

Antes de tomar la palabra, hablaron cuatro jóvenes: Anthony y Maria, Elie y Joelle que compartieron un testimonio “de valentía en el sufrimiento, de esperanza en la desilusión, de paz interior en medio de la guerra”, tal y como reseñó el Papa.

El Santo Padre dejó claro ante todos ellos que “la verdadera resistencia al mal no es el mal, sino el amor, capaz de curar las propias heridas mientras sana las de los demás”. Así, denunció que las relaciones se vuelven “superficiales” e incluso se llegan a confundir con “un sentido de satisfacción egoísta”. 

El Papa, en su encuentro con los jóvenes al final del día. Crédito: Elias Turk/ EWTN News

Por ello, añadió una advertencia clara sobre las relaciones basadas únicamente en la emoción del momento: “No se ama de verdad si se ama con fecha de caducidad, mientras dura un sentimiento. Un amor con vencimiento es un amor mediocre”.

El Papa también centró su discurso en una de las preocupaciones que han asomado en su pontificado tal y como puso por escrito en su segunda carta apostólica Diseñar nuevos mapas de esperanza: que los jóvenes cultiven el diálogo interior y saquen tiempo para rezar: “En un mundo de distracciones y vanidades, tengan cada día un tiempo para cerrar los ojos y mirar sólo a Dios. Él, aunque a veces parezca silencioso o ausente, se revela a quien lo busca en el silencio”, exhortó.

“Cuando el Señor habita en nosotros, la esperanza que Él  nos da se vuelve fecunda para el mundo”, concluyó.

Al final del encuentro, el Papa se puso de pie y, con la estola roja sobre los hombros, bendijo a todos los jóvenes.


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