Este sábado, el Papa participa junto al Patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, en una doxología en la Iglesia Patriarcal de San Jorge de Estambul en el marco de su viaje a Turquía.
En la riqueza de la tradición cristiana, la oración y la liturgia se encuentran impregnadas de fórmulas que permiten al creyente expresar su adoración y gratitud hacia Dios. Entre estas, destaca la doxología, una breve pero profunda expresión de alabanza que ha acompañado a la Iglesia a lo largo de los siglos.
El término proviene del griego doxa (gloria, alabanza) y logos (palabra, tratado), y significa literalmente “palabra de gloria” o “discurso de alabanza”. Su función principal es glorificar a Dios, reconociendo su majestad y su acción en la historia de la salvación. Aunque breve, la doxología condensa un profundo acto de reverencia y adoración, y se utiliza de manera constante en la oración cristiana, los himnos y la liturgia.
La doxología suele aparecer al final de oraciones, salmos, himnos y sermones, funcionando como una conclusión solemne que centra la atención en la grandeza de Dios. Su estructura es frecuentemente trinitaria, alabando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, reflejando así la fe central de la Iglesia en la Trinidad.
El Gloria al Padre (Gloria Patri) es el ejemplo de doxología menor más común en la liturgia católica, recitada al final de cada salmo y en la Liturgia de las Horas.