La historia tiene sus misteriosos giros e ironías, y a veces otorga justicia tardía. El regreso a Francia del anillo de Santa Juana de Arco —su única reliquia existente—, casi seis siglos después de su injusta ejecución en Ruan, ofrece un elocuente recordatorio de ello. Incautado como botín de guerra tras su condena durante la Guerra de los Cien Años, el anillo permaneció en Inglaterra durante siglos.
Las circunstancias de su retorno a la patria en 2016 fueron en sí mismas épicas, evocando la vida de la célebre santa guerrera, quien encontró una aliada inesperada en la difunta reina Isabel II.
Ahora, Puy du Fou, el parque temático histórico que posee la reliquia, ha lanzado una campaña para construir una capilla digna de su significado.
Una audaz adquisición y una persecución en automóvil
Un plazo marcado por la Providencia dejó poco margen a la vacilación.
“Era un miércoles por la noche, en febrero de 2016, cuando un amigo historiador me llamó: ‘El anillo de Juana de Arco está en venta en Londres el viernes’. Yo ni siquiera sabía que Juana tenía un anillo”, relató en una entrevista con el National Catholic Register —socio informativo de ACI Prensa— Nicolas de Villiers, presidente de Puy du Fou. Con sólo 48 horas, se dedicó a recaudar los fondos necesarios, llamando a amigos y benefactores. Muchos contribuyeron pequeñas sumas de boca en boca —5 o 10 euros—, y otros cantidades mayores, hasta reunir casi 400.000. “El precio iba a subir rápidamente”.