El próximo 12 de septiembre la Cámara de los Lores debatirá por segunda vez el proyecto de ley de suicidio asistido, cuya aprobación tendría varias consecuencias que involucrarían a las casas de ancianos y hospicios administrados por la Iglesia Católica en Inglaterra y Gales.
La advertencia la lanzó Mons. John Sherrington, Arzobispo de Liverpool y representante del Episcopado católico de Inglaterra y Gales para los asuntos de vida.
“Reiteramos nuestra firme oposición al proyecto, tanto en principio como en la práctica. A pesar de ser descrito por sus promotores como el más seguro de su tipo, el proyecto de ley sigue siendo inviable. Pone en riesgo la seguridad de nuestras instituciones sanitarias, profesionales y pacientes”, expresó en una declaración publicada el 1 de septiembre.
El prelado se refirió en primer lugar al futuro de las residencias y hospicios que se nieguen a ofrecer el suicidio asistido por ir contra su misión fundamental y sus principios éticos. “El Cardenal Nichols y yo señalamos anteriormente que ‘es muy probable que el derecho al suicidio asistido otorgado a las personas se convierta en una obligación para las residencias y hospicios de facilitarlo’”, señaló.
En ese sentido, lamentó que la Cámara de los Comunes haya rechazado en su momento una enmienda al proyecto para que los empleadores pudieran “impedir que sus empleados faciliten el suicidio asistido”. “Como resultado, existe un peligro real de que algunas residencias y hospicios se vean obligados a limitar significativamente o incluso retirar por completo sus servicios”, indicó.
En segundo lugar, el Arzobispo de Liverpool escribió que el Proyecto de ley sobre adultos con enfermedades terminales (final de la vida) socava el deber de los profesionales sanitarios de cuidar a los enfermos, al permitir que les ayuden a terminar con sus vidas, “lo que altera fundamentalmente la relación entre el profesional médico y el paciente”.