5 de diciembre de 2025 Donar
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El Papa León XIV afirma: Jesús vino a traer el “fuego del amor” para que arda en el mundo

El Papa León XIV saluda a una refugiada que es atendida por la diócesis italiana de Albano./ Crédito: Vatican Media.

El Papa León XIV celebró este domingo una Misa en la localidad italiana de Albano, junto a pobres, refugiados, sacerdotes y personal de Cáritas, a quienes aseguró que cuando Cristo afirma que “vino a traer fuego a la tierra”, se refiere al “fuego del amor” que se opone a la indiferencia y a la prepotencia.

El Pontífice, quien por estos días se encuentra en Castel Gandolfo, se dirigió en la mañana del domingo al Santuario de Santa Maria della Rotonda, en Albano, para celebrar la Misa con los pobres asistidos por la diócesis y con los operadores de Cáritas diocesana.

Vaticano News informó que “unas 250 personas entre sacerdotes, feligreses, personal de Cáritas, personas pobres, refugiadas en albergues, personas sin hogar y participantes de los Centros de Escucha de la Diócesis, asistieron a la celebración eucarística dentro del templo. Afuera, unas 2.000 personas siguieron la Misa a través de una pantalla gigante.

En su homilía, León XIV reflexionó sobre el Evangelio del día, en el que Cristo afirma: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”.

El Pontífice dijo que uno podría preguntarle a Jesús: “Pero cómo, Señor, ¿también tú? Ya tenemos demasiadas divisiones. ¿No eres precisamente tú el que dijo en la última cena: ‘Les dejo la paz, les doy mi paz?’. ‘Sí —nos podría responder el Señor— soy yo. Pero recuerden que esa tarde, mi última tarde, agregué inmediatamente a propósito de la paz: ‘Les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!’”.

León XIV señaló que el mundo suele “intercambiar la paz con la comodidad, el bien con la tranquilidad”; e indicó que es probable que amigos y familiares aconsejen a los cristianos que no se arriesguen ni se desgasten, “porque lo importante es estar tranquilos y los demás no merecen ser amados”.

“Jesús, en cambio, se sumergió en nuestra humanidad con valentía. Este es el ‘bautismo’ del que habla: es el bautismo de la cruz, una inmersión total en los riesgos que conlleva el amor. Y nosotros, cuando —como se dice— ‘hacemos la comunión’, nos alimentamos de este audaz don suyo”.

“La Misa —indicó el Papa— fortalece esta decisión; es la decisión de ya no vivir para nosotros mismos y de llevar fuego al mundo. No el fuego de las armas, ni tampoco el de las palabras que incineran a los demás. Esto no. Más bien, el fuego del amor, que se abaja y sirve, que opone el cuidado a la indiferencia y la mansedumbre a la prepotencia; el fuego de la bondad, que no cuesta como los armamentos, sino que renueva el mundo gratuitamente”.

“Puede costar incomprensión, burlas, e incluso persecución, pero no hay mayor paz que la de tener su llama en nosotros”, afirmó.

Asimismo, señaló León XIV, “Jesús ha vencido la muerte —el domingo es su día, el día de la resurrección— y nosotros ya comenzamos a vencerla con Él”. 

Por ello, agradeció a los que “se comprometen para llevar el fuego de la caridad”, y los animó “a no distinguir entre el que asiste y el que es asistido, entre el que parece dar y el que parece recibir, entre el que se presenta pobre y el que siente la necesidad de ofrecer tiempo, capacidades y ayuda”.

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“Somos la Iglesia del Señor, una Iglesia de pobres, todos preciosos, todos partícipes, cada uno portador de una Palabra única de Dios. Cada uno es un don para los demás. Derribemos los muros”, alentó.

“Sólo juntos, sólo siendo un único Cuerpo en el que aun el más frágil participa en plena dignidad, seremos el Cuerpo de Cristo, la Iglesia de Dios. Esto sucede cuando el fuego que Jesús ha venido a traer quema los prejuicios, las cautelas y los miedos que siguen marginando a quienes llevan escrita la pobreza de Cristo en su propia historia”, añadió.

En ese sentido, exhortó a no dejar “al Señor fuera de nuestras iglesias, de nuestras casas y de nuestra vida”, sino dejarlo “entrar en los pobres, y entonces haremos paz también con nuestra pobreza, a la que tememos y negamos cuando buscamos a toda costa tranquilidad y seguridad”.    

El Pontífice concluyó recordando el pasaje en el que el anciano Simeón le dijo a la Virgen María que su Hijo Jesús sería signo de contradicción. “Que sean reveladas las intenciones de nuestros corazones, y que el fuego del Espíritu Santo los cambie de corazones de piedra en corazones de carne”, expresó.

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