5 de diciembre de 2025 Donar
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León XIV: María nos llama a la vida y muestra que todos podemos vencer la muerte con Cristo

El Papa León XIV./ Crédito: Daniel Ibáñez / EWTN News.

El Papa León XIV celebró este viernes 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, una Misa en la parroquia de San Tommaso da Villanova, en Castel Gandolfo, donde permanecerá hasta el próximo martes.

Al salir de la residencia pontificia, un gran número de fieles le esperaba para recibirle con aplausos. La Misa fue concelebrada por una veintena de sacerdotes, entre los que se encontraba Mons.Vincenzo Viva, Obispo de Albano.

En la Misa participaron fieles de la localidad de Castel Gandolfo y el coro estuvo compuesto por cantantes de varios coros romanos, tanto del Vaticano como de la diócesis de Albano. 

“En María de Nazaret está nuestra historia”

En su homilía, pronunciada en italiano, el Santo Padre precisó que los católicos hoy celebran de forma diferente la Pascua de Jesús, que cambia la historia: “En María de Nazaret está nuestra historia, la historia de la Iglesia inmersa en la humanidad común”, señaló.

“Encarnándose en ella, el Dios de la vida y de la libertad ha vencido a la muerte. Sí, hoy  contemplamos cómo Dios vence a la muerte, pero no sin nosotros”, subrayó.

Lamentó que esa muerte, a la que Jesús con su “sí” vació de poder, aún se difunde “cuando nuestras manos crucifican y nuestros corazones son prisioneros del miedo y de la desconfianza”. 

“María somos nosotros cuando no huimos”

Tras explicar que en la cruz venció la confianza, el amor y el perdón, el Pontífice afirmó que “María somos nosotros cuando no huimos, cuando respondemos con nuestro ‘sí’ a su ‘sí’”. 

También ensalzó el ejemplo de los mártires de nuestro tiempo, cuyo “sí” sigue viviendo “y sigue enfrentando a la muerte”. De ese modo, precisó que este es un día de alegría y exhortó a los fieles a decidir “cómo y para quién vivimos”.  

“Toda historia en la tierra, incluso la de la Madre de Dios, es breve y termina. Pero nada se pierde. De ese modo, cuando una vida concluye, brilla con mayor claridad la unidad de toda su existencia”, indicó a continuación.

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Al reflexionar sobre el Evangelio de hoy, en el que San Lucas narra la visita de María a su prima Isabel, el Pontífice explicó que la “sorprendente fecundidad de la estéril Isabel confirmó a María en su confianza; le anticipó la fecundidad de su ‘sí’, que se prolonga en la fecundidad de la Iglesia y de toda la humanidad, cuando la Palabra renovadora de Dios es acogida”. 

“De esta manera —continuó—, la resurrección entra también en nuestro mundo. Las palabras y las decisiones de muerte parecen prevalecer, pero la vida de Dios trunca la desesperación  por medio de experiencias concretas de fraternidad, por medio de nuevos gestos de solidaridad”. 

“El canto de María, su Magníficat, refuerza en la esperanza a los humildes, a los hambrientos, a los siervos diligentes de Dios”, agregó.

El Santo Padre también afirmó que, cuando nacen los vínculos con los que “nos oponemos al mal con el bien” y a la muerte con la vida, descubirmos que “no hay nada imposible para Dios”.

“En algunas ocasiones, lamentablemente, allí donde predominan las seguridades humanas, un cierto bienestar material y esa relajación que adormece las conciencias, esta fe puede envejecer. Es entonces cuando nos invade la muerte, en formas de resignación y queja, de nostalgia e inseguridad”, advirtió el Santo Padre.

“¡No tengamos miedo de elegir la vida!”

En este contexto, lamentó que hoy en día se sigue buscando auxilio en las cosas del mundo: “el auxilio de los ricos, de los poderosos, que generalmente se acompaña con el desprecio de los pobres y los humildes”. 

“Pero la Iglesia vive en sus miembros frágiles, rejuvenece gracias a su Magníficat. También hoy las comunidades cristianas pobres y perseguidas, los testigos de la ternura y del perdón en los lugares de conflicto, los operadores de paz y los constructores de puentes en un mundo hecho pedazos son la alegría de la Iglesia, son su permanente fecundidad, las primicias del Reino que viene”, señaló. 

Destacó que muchos de ellos son mujeres e invitó a dejarse convertir por sus testimonios y a “elegir la vida”, ya que durante nuestra existencia “tenemos motivos para contemplar nuestro destino en María, asunta al cielo”. 

“Ella nos ha sido dada como el signo de que la resurrección de Jesús no fue un caso aislado, ni una excepción. Todos, en Cristo, podemos vencer a la muerte”, subrayó. 

Asimismo, explicó que María “es ese entramado de gracia y libertad que nos impulsa a la confianza, a la valentía, al compromiso con la vida de un pueblo”. 

“¡No tengamos miedo de elegir la vida! Con frecuencia puede parecer peligroso, imprudente”, advirtió.  Sin embargo, recordó que “somos discípulos de Cristo”:

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“Es su amor el que nos impulsa, alma y cuerpo, en nuestro tiempo. Como individuos y como Iglesia ya no vivimos para nosotros mismos. Es precisamente esto —y sólo esto— lo que hace que se difunda y prevalezca la vida. Nuestra victoria sobre la muerte comienza desde ahora”, concluyó.

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