La pobreza “no es inevitable; es consecuencia de estructuras injustas y de decisiones políticas, y por tanto puede y debe ser superada”. Así lo afirmó Mons. Arnaud du Cheyron de Beaumont, jefe de la Delegación de la Santa Sede, durante su intervención en la tercera Conferencia Internacional sobre los Países en Desarrollo sin Litoral, celebrada en Awaza, Turkmenistán este sábado.
La cita -organizada por las Naciones Unidas (ONU)- concluyó con el compromiso político de acelerar el desarrollo sostenible y fortalecer la resiliencia de los 32 países sin acceso directo al mar, entre ellos Bolivia y Paraguay.
Según informó Vatican News, durante su alocución el representante vaticano defendió un modelo de intercambio económico “con vocación sana”, basado en “el principio del destino universal de los bienes” y capaz de garantizar “desarrollo y dignidad”.
Asimismo, advirtió de que persisten formas de “comercio injusto” que imponen “reglas internacionales injustas” a los países más vulnerables, los cuales “a menudo sufren una carencia de capitales, agravada con frecuencia por el peso de la deuda externa”.
Mons. Du Cheyron de Beaumont señaló que los países sin salida al mar figuran entre los más perjudicados por estas prácticas, que en muchos casos provocan “un intenso exceso de explotación medioambiental” con consecuencias directas de “hambre y pobreza”.
Frente a esta realidad, pidió que el comercio internacional “se rija por las exigencias de la justicia y la solidaridad”, ya que “debidamente orientado, promueve el desarrollo, puede crear nuevas oportunidades de empleo y proporcionar recursos útiles”.