4 de diciembre de 2025 Donar
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Los padres cristianos, “mártires de nuestro tiempo” que dan la vida por sus hijos, afirma Cardenal Sarah

Imagen referencial./ Crédito: Pixabay

El Cardenal Robert Sarah fue elegido por el Papa León XIV como su enviado especial para las celebraciones que tuvieron lugar en Francia por los 400 años de las apariciones de Santa Ana al campesino bretón Yvon Nicolazic.

Bajo este mandato, el prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos presidió las celebraciones litúrgicas que tuvieron lugar los días 25 y 26 de julio en el Santuario de Sainte-Anne-d’Auray, Diócesis de Vannes (Francia). 

A la luz del ejemplo de Santa Ana, madre de la Virgen María, el purpurado pronunció una contundente homilía dirigida especialmente a los padres cristianos que cada día dan la vida por sus hijos, apelando a su responsabilidad para transmitirles la fe.

Al inicio de su extenso mensaje, el Cardenal Sarah recordó el significado de la peregrinación  a lugares como el de Santa Ana de Auray: “Podemos arruinar nuestra peregrinación viniendo únicamente a pedir a Dios que haga prosperar nuestros negocios, que saque adelante todas nuestras empresas, que satisfaga todas nuestras necesidades materiales”.

“La única ambición cristiana, nos dice Jesús, es seguir a Cristo hasta el sacrificio, hasta la muerte en la Cruz, hasta la entrega de la propia vida por la gloria del Padre y la salvación de las almas”, remarcó. En este contexto, explicó cuál es la vocación cristiana: “Beber el cáliz de la Cruz”.

“Un cristiano que no desea el martirio ya está enfermo”

Tras recordar a los mártires que entregaron su vida “para dar testimonio de su fe en Jesucristo crucificado y resucitado”, el purpurado guineano apeló directamente a los fieles: “¿Vuestra ambición es cristiana o mundana? ¿Deseáis el martirio, el testimonio definitivo, el don de vuestra vida?”.

Ante la “tibieza, la indiferencia” y la apostasía silenciosa que “acechan como un virus corruptor”, insistió en que el ejemplo de los mártires “debe mantener nuestro amor a Dios” y aseveró que “un cristiano que no desea el martirio ya está enfermo”.

En este contexto, precisó que el martirio también se puede realizar con el testimonio diario, “derramando la sangre gota a gota, cada día”. Como ejemplo de este “martirio”, citó a los padres que se entregan por sus hijos: “Dios os confía un hijo al que llama a la santidad”.

Cardenal Robert Sarah, prefecto emérito del Dicasterio para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos. Crédito: Daniel Ibáñez / EWTN News.

Los padres cristianos, mártires de nuestro tiempo

“Sois mártires, testigos de nuestro tiempo. Os preocupáis constantemente por lo mejor para la educación de estas pequeñas almas que el Señor os ha confiado. No olvidéis sus necesidades espirituales. No olvidéis transmitirles la fe. No tengáis miedo de dar testimonio de vuestra fe a vuestros hijos”, exhortó el Cardenal Sarah.

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A continuación, recordó que es “en el regazo de sus padres donde los pequeños bautizados deben aprender su primera oración y los rudimentos del catecismo”, y afirmó que “el don más hermoso” que unos padres pueden ofrecer a sus hijos es transmitirles ese poder extraordinario que pertenece a Dios.

Insistió en que el papel de los padres es decisivo en la formación cristiana y subrayó que en toda familia cristiana se debe rezar juntos al menos una vez al día.

“No se os pide tener éxito, sino transmitir la fe. Transmitidla incluso cuando os sintáis inquietos, desconcertados, abrumados, pero no destruidos”, animó.

Más aún, el purpurado advirtió que la vocación de los hijos puede depender de la oración de sus padres:

“¿Cómo podrá acoger un hijo la llamada de Dios si sus padres no rezan para que sea llamado? ¿Cómo responderá si en su alma solo se siembra el deseo de triunfar según el mundo, a través del dinero, el éxito o el placer?”, cuestionó.

“Formamos una cadena ininterrumpida de la que Cristo es el primer eslabón”

El Cardenal Sarah explicó que “formamos una cadena ininterrumpida de la que Cristo es el primer eslabón. No tenemos derecho a romper esta cadena. La familia cristiana es el lugar donde se realiza la tradición, la transmisión”.

Añadió que es valioso transmitir las tradiciones nacionales y regionales, las lenguas, usos y costumbres, pero advirtió: “Todo eso sería vacío y absurdo si no transmitierais la fe, que es el alma de todas vuestras tradiciones.”

Finalmente, pidió a Santa Ana “la fuerza para dar testimonio en nuestras familias y transmitir la fe”. Y alentó a perseverar incluso cuando los hijos se alejan:

“Si sentís que habéis fracasado porque un hijo ha rechazado la fe, recemos, repito, recemos. Recemos como Santa Mónica por San Agustín. Ella lloró y rezó por la conversión de su hijo. Y su oración fue escuchada.”

El purpurado concluyó con un llamado a la valentía y al testimonio: “Demos testimonio. Atrevámonos a hablar, no porque seamos mejores o superiores, sino porque somos portadores de un tesoro que no podemos privar al mundo.”

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