La Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) —el organismo responsable de gestionar propiedades e inversiones del pequeño Estado— presentó este lunes su balance correspondiente al ejercicio 2024, con unas utilidades netas de 62,2 millones de euros, una de las cifras más altas registradas desde que se publican estos informes.
Además, aportó 46,1 millones de euros para cubrir el déficit de la Santa Sede, 8 millones más que en 2023.
“Es uno de los mejores balances de los últimos años”, subrayó el presidente de la APSA, el Arzobispo Giordano Piccinotti, en declaraciones a medios vaticanos. Según explicó, estos resultados no solo reflejan una gestión eficaz, sino también un compromiso creciente con la misión de la Iglesia, una visión estratégica del patrimonio y un modelo de trabajo basado en la transparencia, la colaboración y el bien común.
Una visión eclesial del patrimonio
“La APSA no se limita a ofrecer servicios operativos”, explica Mons. Piccinotti en la introducción del informe, “sino que se configura como un organismo al servicio de la misión de la Iglesia Católica”.
El balance recoge los frutos de una estrategia centrada en tres líneas directrices. La primera es una visión eclesial del patrimonio: entendiendo que los bienes gestionados no son fines en sí mismos, sino instrumentos para servir a la comunión eclesial y promover el sentido de pertenencia a la Iglesia. La colaboración y la transparencia: se ha invertido en relaciones interinstitucionales, en el fortalecimiento de competencias internas y en procesos claros y trazables, con responsabilidades definidas. Y, tercero, el bien común como criterio guía: la gestión se ha orientado a decisiones que respondan a criterios éticos y pastorales, buscando construir sinergias con otros entes de la Santa Sede.