En su primera aparición pública en Roma tras más de dos semanas en Castel Gandolfo, el Papa León XIV se asomó a la ventana del Palacio Apostólico para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
“No se puede rezar a Dios como ‘Padre’ y después ser duros e insensibles con los demás, sino que es importante dejarse transformar por su bondad, por su paciencia, por su misericordia, para reflejar como en un espejo su rostro en el nuestro”, resaltó durante su meditación previa a la oración mariana.
El Papa reflexionó sobre el Evangelio del día en el que Jesús enseña a sus discípulos el Padrenuestro y explicó que este pasaje “nos invita, en la oración y en la caridad, a sentirnos amados y a amar como Dios nos ama: con disponibilidad, discreción, cuidado mutuo, sin hacer cálculos”
Además aseguró que esta parte del Evangelio muestra “los rasgos de la paternidad de Dios” por medio de algunas imágenes sugestivas como “la de un hombre que se levanta, en el corazón de la noche, para ayudar a un amigo que debe acoger a un visitante inesperado”; y también “la de un padre que se preocupa por darles cosas buenas a sus hijos”.
El Papa explicó que estas figuras recuerdan que Dios “nunca nos vuelve la espalda cuando acudimos a Él, ni siquiera cuando llegamos tarde a llamar a su puerta, quizá después de haber cometido errores, omisiones, fracasos”.
Así dejó claro que en la gran familia de la Iglesia, “el Padre no duda en hacernos a todos partícipes de cada uno de sus gestos de amor”.