"O tienen una aventura o simplemente son muy tímidos", bromeó Chris Martin, cantante de Coldplay, ante la reacción captada por la Kiss Cam en el concierto del 16 de julio en Massachusetts. Su suposición resultó ser correcta después de que el director ejecutivo de Astronomer, Andy Byron, y su jefa de recursos humanos, Kristin Cabot, pasaran de la felicidad al horror y, finalmente, a esconderse al ser captados abrazándose.
Al principio, me reí entre dientes con algunos chistes y recreaciones en otras Kiss Cams, eventos deportivos y otros lugares. Me reí con todo el mundo al ver a dos personas poderosas sin ningún respeto por la moral —y mucho menos por sus familias, empresas y compañeros de trabajo—, pasando de la arrogancia a la humillación mundial en cuestión de segundos.
Pero entonces mi conciencia católica me habló. ¿Cómo quiere Dios que responda? ¿Qué enseña mi fe?
Una vez escribí para el National Enquirer, una publicación especializada en convertir el escándalo en un espectáculo. Me alejé hace décadas cuando mi renovada fe católica me llevó a comprender que escribir para ellos era como vender mi alma. Anteriormente, había laborado como trabajadora social, motivada por el deseo de ayudar a la gente, lo cual era contradictorio con ganar dinero humillándolas y ridiculizándolas.
Sin embargo, no me daban pena los compañeros de trabajo que eran adúlteros y tenían una aventura. Entonces, ¿cómo podía combinar compasión y amor cristiano? Consideré ocho enseñanzas católicas para inspirar amor y misericordia, como Jesús nos enseñó, y para extraer algunas lecciones para mí:
1. Trata a los demás como te gustaría que te traten (la regla de oro). No sentí compasión por la pareja infractora, pero imagínense tener a un hijo o hija, hermano o padre, descubierto públicamente en pecado y convertido en el blanco de las bromas. Qué pesada carga debe ser, lo que inspira compasión y oraciones por las víctimas inocentes.